Tener un odio constante con una persona no es algo fácil de llevar y mucho menos sin saber el porqué.
Solo quiero tenerte...
Lo más difícil para mí es que no puedo sacarlo de mi mente, simplemente no lo puedo dejar.
Lo odiaba tanto... pero él podía...
Escucho a mi novio y termino de guardar mis audífonos en mi maleta antes de bajar.
—Listo — hablo cuando salgo de casa.
Cierro la puerta de mi departamento con seguro antes de irnos.
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Terminamos de hacer el check-in y vamos a abordar el avión ya que estábamos llegando tarde.
Estábamos por viajar a España, Osvaldo tenía lo de La casa Madrid y yo viajaba porque quedé en ir a Barcelona con Sam, aunque ella se fue una semana antes para costumbrarse al horario.
Osvaldo me hace pasar primero y me siento junto a la ventana.
Nos ponemos los cinturones y al fin doy un respiro tranquilizador.
—Al menos no perdimos el vuelo — menciona mi novio.
Lo miro de reojo.
—Si lo perdimos te hechaba la culpa — menciono, él me mira incrédulo — Te dije que no nos pusiéramos a jugar hasta la madrugada.
—Es verdad, es mi culpa — admite — Pero estaba divertido.
—Bueno, eso no lo puedo negar.
—Amor, ¿Puedo dormir sobre tu hombro? — pregunta Lalo con una sonrisa.
—Si, mi vida.
Su sonrisa se ensancha y se acomoda en el asiento.
Toma mi mano y la entrelaza con la suya antes de acostarse sobre mi hombro.
