Capítulo 27

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Esteban

- Uy ¿Qué pasó? - escucho la voz de mi esposa a mi lado haciendo que me despierte.

Abro mis ojos somnolientos y veo a Erika tapándose el pecho desnudo.

- Es que no estabas usando brasier bajo el vestido y por eso te dejé dormir así - le informo bostezando y sigo bocabajo deseando seguir durmiendo.

- ¡Me hubieses dejado puesto el vestido! Podía dormir perfectamente así - coge una de sus almohadas y me golpea con esta en la cabeza - ¿Cuál era la necesidad?

No puedo creer que se apene por eso después de todo.

- Pues, que si te dejaba con el vestido puesto me perdería de esta fantástica vista mañanera- sus ojos se abren con indignación, como si le hubiese dicho algo insólito.

Mi risa ronca la hace pararse enojada por no poder evitar el sonrojo. Se cubre con una de mis camisetas y se encierra en el baño.

Yo aprovecho y duermo un rato más, es sábado y no pienso levantarme antes de las once de la mañana.

Me vuelve a despertar el sonido de la puerta del baño abriéndose cuando ella sale de este con una bata de baño cubriendo su cuerpo y el cabello completamente seco.

Verifica que siga dormido y yo mantengo los ojos cerrados fingiendo estar profundo.

La veo con los ojos entrecerrados como se mira en el espejo grande de su armario y abre un poco la bata dejando reflejar sus perfectos senos, a los cuales parece analizar girándose de lado a lado para verlos desde varias perspectivas y haciendo gestos que no alcanzo a detallar. Cierra la puerta del armario quedando dentro y yo espero unos segundos para levantarme en silencio viendo que ya son las once y veinte de la mañana.

Bajo y preparo el desayuno para ambos y como ella no baja se lo dejo listo en la mesa de la cocina mientras yo me ducho y visto con unos joggers verde militar y una camiseta pegada al torso negra. Me peino de cabello mojado y lo dejo caer naturalmente por mi frente, creo que dentro de poco tendré que recortarlo un poco.

Cuando vuelvo a la habitación observo que el armario esta entreabierto permitiéndome ver con sigilo a Erika hablando por teléfono en voz baja con un aura muy misteriosa. Para mí desgracia, no puedo escuchar mucho debido a que parece estar atenta a todo y nota rápido mi presencia en la puerta. Retira el celular de su oreja deteniendo la conversación.

- ¿Qué haces ahí? - me pregunta retraída.

- Nada, solo vi la luz encendida y quería ver si estabas o no para apagarla - me invento rápido para no admitir que mi instinto chismoso me llevó hasta ahí.

- Estoy hablando con Daisy - no me da más explicaciones y solo hace un gesto agitando la mano para que me retire.

Levanto una ceja con curiosidad del porque no me cuenta de que hablan, ya que siempre lo hace, pero solo me retiro como ella pide.

El día pasa rápido, a las doce del mediodía tocan la puerta y yo abro encontrándome con Mackenzie quien, como prometió ayer, trae la licencia de conducción de Erika.

- ¿Quién es? - gritan desde las escaleras.

- El escolta - le respondo en voz alta para que escuche.

En menos de nada sus pasitos corriendo por las escaleras se escuchan y se posa a mi lado con una sonrisa de oreja a oreja.

- ¡Mack! Hola ¿Cómo estas hoy? - lo saluda con mucha efusividad, demasiada para mi gusto.

- Estoy muy bien, le traje lo que esperaba -

El le entrega la tarjetita que permitirá que vaya de un lado a otro en auto y la recibe analizando la foto.

ATADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora