Capítulo 35

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Erika

—Eso es todo por hoy —cierro mi laptop y Daisy me imita.

—Ya es tarde ¿no? Vamos a un restaurante nuevo que pusieron cerca a mi casa, me estoy muriendo de hambre.

Me acomodo en el asiento de Esteban, verifico la hora y me sorprendo cuando veo que son las siete de la noche y que aún no tengo ni un solo mensaje o llamada de mi esposo reportándose, siendo en él eso es muy extraño, ya me habría escrito si está en camino o si ya llegó a la ciudad. Ahora que lo pienso ni siquiera sé exactamente a donde fue esta vez y eso me inquieta un poco ¿estará bien?

—Espera, necesito saber a qué hora volverá Esteban. Lo llamo y te confirmo, dame unos minutos.

—Claro, yo subiré a recoger unas cosas que dejé y nos vemos en el parqueadero ¿vale?

—Vale.

Ella se va de la oficina despidiéndose de Carina al salir. Yo cierro la puerta doble quedando sola rodeando el escritorio disfrutando la vista del ventanal y de la noche.

Marco el número de mi esposo y a los cinco timbrazos me contesta.

Esteban

No sé en qué momento se oscureció en cielo, pero la hora es lo que menos me importa con lo que me acaba de revelar la señora Abigail ¿Cómo que Sofia era una muñeca? ¿esta insinuando que mi esposa estaba loca? Porque eso no suena nada bien y mucho menos el hecho de que la llama entre sueños.

—Necesito que me explique eso que acaba de decir —mi cara demuestra una clara confusión.

Llega la enfermera de repente.

—Caballeros, es hora de que la señora Abigail cene ¿desean que les sirvamos a ustedes también?

Richard está por responder, pero la señora Abigail se le adelanta.

—Eso ni se pregunta, sirve dos platos más en mesa, por favor y ponlo a mi cuenta.

—No tiene que hacer eso.

—No acepto negativas, este muchacho es quien está cuidando de mi niña y no tengo como pagárselo más que atendiéndolos como se merecen.

—Por mí no hay problema, siempre y cuando contesté lo que le pregunté durante la cena.

—Trato hecho.

Nos levantamos, la enfermera ayuda a la señora a levantarse y la lleva del brazo hacia un gran salón con paredes abiertas donde hay varias mesas circulares y cuadradas más largas. Los ancianos toman asiento, se saludan los unos a los otros y nosotros tomamos asiento en una de las mesas circulares.

—En unos minutos les traeremos la cena a los tres —se retira la enfermera.

Richard detalla el lugar.

—Bueno ¿en qué me quedé? —dice Abigail.

—Sofía. Usted dijo que era una muñeca. Explíqueme eso, por favor, Erika me había dicho que era muy cercana a ella y básicamente su familia, no entiendo como puede ser todo eso si era un objeto inanimado.

—Verás, Sofía...

El sonido del tono de llamada de mi celular interrumpe a la mujer y con fastidio lo saco para silenciarlo hasta que veo de quien es la llamada.

Contesto poniendo el índice sobre mis labios para solicitar silencio.

—Hola, linda ¿pasó algo? —le contesto

—¿Cómo que si pasó algo? No te has reportado y mira la hora que es ¿todo está bien? ¿ya estás en camino? ¿compro la cena para ambos? —parece preocupada.

ATADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora