Capítulo 64

476 29 16
                                        

Erika

Permito que Esteban se marche y busco bajo la cama a Sofia a quien abrazo fuerte con la mirada puesta en la silla en donde el camisón manchado me hace querer morir. Respiro profundo y muerdo mi labio, he intentado no ensimismarme para no abandonar a Esteban, soy consciente de que no la ha pasado bien pero ahora no soy la persona indicada para consolarlo, lo máximo que puedo hacer es no sufrir de forma tan obvia ante sus ojos, pero es tan difícil.

Escucho que caminan por las escaleras y me preparo nuevamente para no verme tan destruida para cuando Esteban vuelva a mi lado. Escucho la puerta abrirse y me acomodo para verlo entrar, pero lo que me encuentro no lo creen mis ojos por más que parpadeo varias veces para confirmar que es una alucinación, me pellizco para ver si estoy dormida, pero nada, la mujer que ingresa realmente está aquí, es real.

Mi pecho se siente pesado y mi miedo se convierte en rabia al tener a la culpable de todo esto frente a mí.

—Hija... —se acerca con cautela, pero mantiene la distancia por mi obvia antipatía hacia ella.

—Tu... —suelto a mi muñeca sobre la cama y me intento levantar apoyándome en el colchón y la mesa de noche junto a mi—¡tú! ¡Todo esto es culpa tuya! —le grito cuando por fin logro mantenerme en pie pese al dolor físico que la adrenalina hace que pase a segundo plano.

—Erika, supe lo que paso y...

—¿¡Y te atreviste a venir!? Si tú eres la culpable de todo, maldita ¡te odio! ¿¡porque no te moriste de una sobredosis junto al asqueroso de tu amante!? O mejor aún ¿porque no me abortaste cuando pudiste? ¡Te habrías ahorrado esto y a mi este sufrimiento! —tomo el vaso de vidrio vacío de la mesa y se lo arrojo.

El vidrio se estrella contra la pared trasera destrozándose en muchos pedazos y la puerta de abre entrando Mack con Daisy.

—Amiga, por favor, mantén la calma... —me importa muy poco lo que dicen, yo solo tengo mi vista puesta en esa mujer.

—Erika, no me imagino tu dolor, pero debes entender que no soy tu enemiga y que si estoy aquí es porque no quiero que pases por este sufrimiento sola. —intenta explicar, pero sus palabras no sirven de nada.

—¡Tu mataste a mi bebé! ¡tú eres la única culpable! ¿Por qué no me podías alimentar como una persona normal? ¿Por qué me perjudicaste de esta manera? —tomo una almohada y se la lanzo cuando noto que se empieza a acercar más a mí— no te acerques, ¡basta! —mi miedo vuelve a aparecer y mi cuerpo tiembla, no solo por el agotamiento sino del terror que aún le guardo a esta mujer.

—No... aléjate... ¡Esteban! —el terror me congela, ella se encuentra a centímetros de mí.

Veo como se fija en la tela manchada con sangre y la intenta tomar, pero yo me lanzo a agarrarla antes que ella y en eso mis rodillas flaquean quedando en el suelo, pero protegiendo mi prenda.

—Eso no, ¡ni lo pienses! —me aferro al objeto con ansiedad y cierro los ojos con fuerza cuando no tengo energías ni un lugar a donde huir resignándome a lo que vaya a hacerme.

En eso, cuando esperaba por algún motivo un golpe o algo que me hiciera más daño, siento como toma mi cabeza y la apoya sobre su pecho. Escucho sus sollozos y mi labio tiembla al no saber cómo reaccionar, todo mi cuerpo tiembla y solo me aferro a la tela que tengo en mi pecho.

—Lo siento ¡lo siento tanto, hija! —me pega más a ella y sigo congelada— tienes razón, soy la única culpable, y como quisiera poder quitarte todo esto y ponerlo sobre mí, lo juro.

—Todo esto... es culpa tuya... —repito con rabia apretando los dientes sin moverme.

Mi dolor se aviva, pero no es solo por lo de hoy, no... ella está abriendo heridas que creí cauterizar hace tiempo. De inmediato mi mente viaja al momento de la noche lluviosa en que me abandonó, eventos atrás donde me escondía en el closet cuando ella llegaba drogada o tomada o cuando me escondía en algún lugar de la casa donde nací por las visitas de Bruce Murphy.

ATADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora