Capítulo 54

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Erika

Ya ha pasado un rato y me di cuenta de que el haber acompañado a Celia me tenía distraída, pero ahora que me encuentro en esta sala soy consciente del olor característico de los hospitales, de los médicos yendo de un lado al otro, de los sonidos y el ambiente blanco que me ahoga. Mi pierna está inquieta y juego con mi anillo para calmar la ansiedad que poco a poco dejo de disimular.

Lamo mis labios controlando mi respiración manteniendo mi mirada fija en el suelo, es entonces cuando siento unas manos cálidas posándose sobre las mías deteniendo el jugueteo y el movimiento inquieto de mi pierna.

—Disculpa, sé que es fastidioso el movimiento. —le digo a mi esposo que me analiza.

—¿Quieres salir un rato? Para que tomes algo de aire o ¿quieres algo de comer? ¿te compro algo de tomar? ¿Cómo te hago sentir mejor? —se gira un poco hacia mí.

—No, así estoy bien, solo dame un momento y estaré perfectamente. —le digo tomando la mano que tengo sobre mí.

Me mira poco convencido y al instante que comprueba que lo que digo probablemente no sea verdad, me jala hacia su pecho rodeándome con su brazo. Su gesto me causa palpitaciones fuertes en mi pecho, mi menso corazón se quiere desbordar y siento esto más contraproducente para mí.

—No es necesario...—hago el esfuerzo de alejarme, pero no me lo permite.

—No me interesa, sabes que aquí siempre estarás segura y tu cuerpo también es consciente de eso. —es cierto, mis piernas no sienten la necesidad de moverse ni mis manos de juguetear.

Me quedo en silencio y solo disfruto su aroma y el palpitar de su corazón que me relaja. Un rato después de mantenernos así sale como loco a la sala de espera Cristian sin el tapabocas con una sonrisa que encandila a cualquiera que lo vea.

—¡Nació! —yo me levanto inmediatamente zafándome de los brazos que me rodeaban y salto junto al pelirrojo para abrazarlo y celebrar.

—¿Cómo está ella? —le pregunto tomándolo de los hombros.

—¡Perfecta! Todo salió perfecto, ya se encuentran ambas en la habitación y ya le dio por primera vez de comer ¡fue una imagen espectacular! Vengan. —no cabe de la dicha este hombre tan expresivo.

Yo me vuelvo a Esteban y lo jalo del brazo para que no se quede ahí. Seguimos a Cristian quien antes nos pide lavar nuestras manos para después poder ingresar a la habitación donde instalaron a mi amiga, la cual veo al ingresar con el rostro cansado, pero realmente alegre y lo que llama la atención en verdad es la pequeña camillita a su derecha en donde se encuentra un bultito envuelto en una cobijita color verde pastel.

—Ven, acérquense. —pide Celia hablando en voz baja.

Yo no espero más para seguir su orden y me asomo a ver a la bebé, los genes de Celia fueron dominantes y salió como resultado una hermosa morena de tez más clara que la de su madre, tiene poco cabello, pero se puede apreciar la textura afro que heredó.

—¿De qué color salieron sus ojitos? —le pregunto curiosa a mi amiga.

—Se supone que pueden ir cambiando con el tiempo, pero se ven claros, similares a los de ese guapo de ahí. —me dice señalando a su esposo de forma risueña.

Cristian se le sienta a su lado a la orilla de la camilla y le besa la coronilla sin dejar de ver a su hija. El amor se puede sentir en este lugar y tengo muchos sentimientos a flor de piel, felicidad por la familia presente, incertidumbre por mi matrimonio, tristeza por no ver aparentemente nada en Esteban cuando lo miro observando serio a la pequeña en la camita.

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