Capítulo 55

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Esteban

Tal y como se planeó, a las diez de la mañana estamos listos en el avión privado en donde viajamos solo con cuatro de seguridad y el piloto, ya que el viaje dura catorce horas y no pienso estar yo en la cabina todo ese tiempo y menos con el dolor de espalda que me ha generado la tensión de las peleas con mi esposa quien se encierra todo el viaje en la otra habitación y no me la topo en ningún momento cuando salgo a comer.

Como siempre que se molesta, la comida nutritiva es la que paga las consecuencias y le toco la puerta la hora del almuerzo para avisarle que le dejo la comida afuera. Duermo la mayor parte del viaje en la habitación suponiendo que Erika hace lo mismo, o tal vez está hablando con el canadiense inservible que tiene como consuelo y es así como llegamos a la media noche a Santorini.

Cuando aterrizamos me encuentro por primera vez en horas con la mujer que me acompaña sin dirigirme la palabra o tan siquiera la mirada y al bajar del avión ambos mantenemos las distancias. A los lejos se ve un auto descapotable rojo dirigiéndose hacia nosotros conducido por Cristian al que le avisé que ya habíamos llegado y salió de la parte privada para recogernos en la pista que es parte también del terreno de ellos.

Antes de que llegue hasta nosotros le agarro la mano a Erika a lo que ella me mira con una ceja enarcada y con clara molestia.

-A partir de este momento te comportas y me comporto como los esposos Harrison. Deja de lado todo y yo haré lo mismo para fingir que nos soportamos frente a los demás ¿entendido? -le digo de forma en que solo ella me escuche.

Mason y Mack están cerca bajando maletas y sé que uno de ellos es un soplón con los que están en Erede.

-Ya lo sé, no tienes que aclararlo. -me dice entre dientes y cuando se baja el pelirrojo para acercarse a nosotros, Erika ya tiene una sonrisa en su rostro.

-¡Bienvenidos! ¿muy largo el viaje? Yo detesto por eso venir aquí, pero vale la pena al llegar. -dice feliz mi amigo abriendo ambos brazos con entusiasmo.

-Bastante, a decir verdad, pero confío en que es porque, como bien dices, vale la pena. -le responde Erika aprovechando el abrazarlo para romper contacto conmigo.

-Bueno, suban que ya están las otras cuatro familias desde esta tarde acomodados. -nos indica él abriéndole la puerta a Erika quien se sube en la parte de atrás y yo junto al piloto.

No tardamos ni tres minutos para llegar al área de estacionamiento del lugar alto frente al mar de Grecia, es una mansión con varios espacios abiertos y buena seguridad. Salimos del auto y caminamos detrás de Cristian con dirección a la música que va aumentando de volumen conforme vamos avanzando hasta llegar a la parte frontal de la casa en donde hay una larga piscina con luces que cambian de color, a los alrededores hay tumbonas que tienen a los accionistas de la empresa sobre estas y sobre ellos a sus esposas, a un lado tienen mesitas donde hay botellas de licor o toallas y entre cada tumbona hay un espacio considerable para tener privacidad. Hay un letrero que pusieron en la entrada a la casa que hace referencia al número de aniversario que está cumpliendo la empresa y seguro que ha Richard le hubiese encantado ese detalle.

Hay aproximadamente cinco empleadas que pasean con algunos aperitivos los cuales ofrecen y luego vuelven a dentro de la casa de donde sale Celia pidiéndole a una de ellas estar pendiente del cuarto de arriba donde escucho que está Jade. La morena nos ve y se acerca a darnos la bienvenida y con eso también saludamos a los hombres y mujeres distraídos en lo suyo. El único que se toma la molestia de levantarse de su asiento es el señor Valverde quien nos presenta a su esposa, una mujer probablemente menor que él por su físico.

-Foster tiró la casa por la ventana desde que llegamos, será un fin de semana de ensueño ¿verdad? -dice la esposa de Valverde a Erika.

-Por supuesto, todo se ve espectacular. -dice ella aceptando una copa de algún licor que no identifico.

ATADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora