Capítulo 31

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Esteban

Ventanas abiertas, día soleado con aire fresco entrando con una esposa que no cabe de la emoción.

Creo que es una muy buena forma de iniciar el día.

Parece un perrito sacando la cabeza por la ventana de la camioneta, me acomodo los lentes de sol y agradezco haber elegido esta camisa suelta y blanca, no esperaba que hiciese tanto calor y me estaría asando si me hubiese puesto un traje de oficina, afortunadamente opté por no ir hoy al edificio ni a ningún otro compromiso presencial, haré todo desde mi estudio y que se jodan todos los que me necesitaban hoy, quiero relajarme.

El camino hasta el aeropuerto es un poco extenso pero la falta de tráfico y una buena compañía hace el camino disfrutable. Solo pedí esta vez un auto de escoltas atrás de nosotros al tener como destino lugares específicos con buena seguridad, como el aeropuerto.

Es entendible la emoción de Erika al volver a ver a su amiga considerando la cantidad de tiempo que se pasó pegada a su teléfono encerrada en lugares de la casa hablando con ella. Los últimos días le agregó el hábito de tejer y mientras tanto iba hablando no sé de qué con Daisy dejándome de lado por un buen rato.

Entre el trabajo de ambos y nuestra extraña dinámica emocional que se desarrolló en el mes no nos queda mucho tiempo para compartir en el día como yo quisiera. Con su amiga devuelta en el país por lo menos va a tener quien la acompañe en mi lugar... cosa que no es que me alegre del todo al estar alguien suplantándome en sus tiempos libres que si pudiese pasaríamos juntos, pero peor es que se aburra sola, tampoco puedo pasarme de egoísta.

Finalmente llegamos al aeropuerto de Erede en donde recuerdo que tengo olvidado uno de los jets de la familia guardado en el Hangar privado. Nos estacionamos en frente de la entrada de vuelos internacionales, Erika se baja junto con su cartel que tiene escrito "Bienvenida a casa" con marcador rojo y muchas flores, también dejó en uno de los asientos un par de chocolates para su amiga.

Yo me quedo dentro del auto apagado mirando mi celular hasta que un grito chillón me exalta haciendo que mire por la ventana en donde tengo la vista de la escena de mi esposa siendo arrollada con cartel y todo al suelo por el letal abrazo que su amiga le propina empujándola al suelo. No digo nada y dejo que disfruten su reencuentro, susurran un par de cosas en mi dirección cuando se ponen de pie, la amiga le besa las mejillas y luego Erika la ayuda recoger las tres enormes maletas de ruedas que trae, notando que esa es mi señal para hacer mi aparición.

- Hola, Daisy ¿verdad? Testigo en nuestro matrimonio – le digo quitándole a mi esposa la carga mientras saludo a la chica blanca, de cabello castaño y ojos cafés claro.

- La misma ¿Cómo te va, Esteban? – se acerca de forma confianzuda y me da un beso en la mejilla a modo de saludo sorprendiéndome con su cercanía desde el momento en que me llamó por mi nombre y me tuteó.

Erika detrás de mi intenta no reírse con la escena.

- Bien, supongo – intento quitar la incomodidad de la escena – y ¿Qué tal estuvo el vuelo? – direcciono la atención a otro tema.

- Excelente, estaba ansiosa por regresar. No aguantaba ni un minuto más a mi familia, los amo, pero me llevo mejor con ellos cuando los veo máximo tres veces al año –

Guardo las maletas en la parte de atrás del vehículo y les abro la puerta a ambas para que suban al sentir la amenaza en los ojos de mi esposa si me atrevía a solo abrirla para ella mientras ignoro a su amiga.

Se suben en los asientos de la primera hilera detrás de mí y cuando arranco Erika le da los chocolates que le compró pero que por poco cae en la tentación de comérselos ella. Hablan de cosas a las que no les presto atención cuando mi mente divaga pensando en cuanto tiempo se tardará Richard en traerme más información de la que le pedí, ya que, si bien no se han repetido las pesadillas, si es común que por las noches hable y se altere perturbando su sueño y evidentemente el mío.

ATADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora