Capítulo 70

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Esteban

Por fin los mareos han cesado, aunque agradezco que fui yo quien lidió con eso en este tiempo porque Erika ya carga con suficiente ansiedad para sumarle estos malestares, por eso no me quejo. Ella se mantiene a mi lado sentada en la cocina ayudándome con lo que puede mientras yo termino los últimos detalles de la comida para la noche, ella ya está lista para recibir a los invitados y pese a mi poco agrado por tener invitados invadiendo mi casa, comparto la ilusión de mi esposa acerca de que todos se enteren de que mis hijos están aquí, me encienden unas ganas de gritarles a todos que mi mujer está cargando al producto de nuestras noches ardientes donde la llené de tanto amor y más cosas que nos llevaron a este punto.

—¡Se va a quemar el pollo! Pon atención—reacciono y le apago el fuego a la estufa.

—Calma, lo tengo todo calculado.

—Si, como no... —los síntomas en mi se fueron, pero ha comenzado algo un poco curioso, esta mujer se está irritando por todo.

Miro su panza.

—¿En serio quieres seguir con el misterio hasta la cena? Creo que ya es más que evidente que algo estás cargando—le digo revolviendo la crema en la olla.

—¿Me estas llamando gorda? —ay, no puede ser...

—No, solo digo que se nota que estás embarazada.

—Pero lo dices porque comienzo a verme obesa ¿no es así? Por eso ya no me tocas nunca ¿verdad? —se le corta la voz.

—¿De qué estás hablando? Eres tú la que no deja ni que le respire en el cuello—prefiere dormir abrazada a Hope que a mí.

—¡Porque eso indicó la doctora! —se levanta destellando por los ojos.

—Te acabas de responder tu misma. Si no te toco es porque hay prioridades—dejo a un lado la comida para tomarla por detrás cuando me da la espalda en medio de su berrinche—, deja de pensar bobadas, sabes que estás tan ardiente como siempre.

Suelta una risita y empiezo a creer que la bipolaridad es un síntoma colateral.

—¿De verdad estoy ardiente? —dice coqueta.

Asiento y ella se gira para envolver sus brazos en mi cuello.

—Más que eso, la maternidad te sienta muy bien, linda... —no es mentira, su aroma ahora me parece más encantador, más atrayente, más... ¡que molestia no poder hacerle lo que quiero!

<<Respira, son solo pocos meses>>

Mi nariz roza su mejilla, el tacto es muy estimulante y cuando sus labios rozan los míos, alguien llama a la puerta.

—Oh, llegaron. Iré a abrir—dice feliz alejándose como si no acabaran de romper mi burbuja.

—Eso, ve... —masajeo mi cuello tenso.

Escucho el alboroto de cuando ingresan a la sala y reconozco la voz de los Foster tan animados como siempre junto a su bebé que ya empezó a balbucear y nadie la puede callar, tal como a su papá. También escucho la voz de Richard quien está por explotar si no anunciamos pronto la noticia, Marcela también está entre el combo y desde ya comienzo a ignorar su existencia. Mackenzie también debe estar por llegar o tal vez ya está aquí con su esposa gracias a la insistencia de Erika por mezclarnos con empleados, pero ¿Qué se le puede hacer? en estos momentos es capaz de lanzarme dentro de la sopa caliente si la contradigo en cosas como esas.

Me retiro el delantal asegurándome que todo esté listo para solo servir en un rato y salgo intentando que mi energía social dure toda la noche.

—¡Ahí está! Nuestro anfitrión asocial favorito.

ATADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora