Erika
—Está decidido, acompáñame por aquí—exclama Richard poniéndose en pie y dirigiéndose a Marcela—. Te mostraré tu habitación.
—Oye, esta no es tu casa, no tienes derecho a ofrecer lo que no es...—jalo del brazo de Esteban cuando intenta pararse a seguirlos.
—Déjalo que se encargue ¿Qué importa en que habitación se vaya a quedar? Mejor quédate conmigo y ayúdame a subir. —le pido para que no haga un escándalo.
Él parece luchar consigo mismo, pero al final relaja los hombros y asiente derrotado.
—De acuerdo, linda. —me levanto y me toma en sus brazos para luego subir hasta nuestra habitación.
Me deja sentada en el borde de la cama y yo miro todo sintiéndome en mi hogar nuevamente. Inhalo profundamente cerrando mis ojos mientras mis manos acarician la tela de mi cubrelecho favorito, cuando vuelvo a abrir mis parpados veo como Esteban comienza a desempacar las maletas que subieron los escoltas, entre estas veo a la que me preocupaba que llegar bien y me acerco al suelo para abrirla y dejar que salga mi pequeña Hope. Ella se estira mientras sale del guacal y comienza a ver sus alrededores con curiosidad para luego frotar su cuerpo contra mis piernas y yo le respondo con caricias en su cabecita, es tan tierna y siento que es con la que mejor me entiendo desde que todos empezaron a sentir lastima por mí.
Me encargo de desempacar las pertenecías de la gata en silencio dejando listo su arenero en pocos minutos, sus juguetes y su camita justo en el rincón pegado a mi lado de la cama. Ser productiva me hace sentir mejor, no puedo negar que cada que cierro mis ojos estos se vuelven en lagunas que evito que los demás noten al recodar ese baño y la sangre en el suelo, pero solo tomo aire y respiro profundo para no hundirme en ese pozo del que estoy segura no podré salir si me permito caer.
Esteban pone un poco de música de fondo, justo la playlist que sabe que me gusta, encabezada por canciones como la isla bonita y me hace sonreír cada detalle pequeño que ha hecho para hacerme sentir mejor, pero no está en sus manos el acelerar el proceso, soy consciente de que no puedo huir de mi luto, pero el saberlo no quita lo doloroso que es.
Hope se dedica a explorar todo espacio que encuentra en la casa, yo voy guardando en mi armario las prendas que mi esposo me va pasando y es así como en menos de dos horas tenemos toda la habitación y pertenencias de nuevo en su sitio. Esteban me obliga a recostarme para seguir las indicaciones médicas, aunque la verdad quisiera estar en cualquier otro sitio de la casa, pero no en la cama, es agotador solo estar acostado sin hacer nada, pero por lo menos aquí si tengo todo lo que necesito para distraerme.
—¿Podrías traerme la lana? No quiero morir de aburrimiento. —pido cuando noto que va a salir del cuarto.
—Claro ¿Qué colores?
—Trae todas las que puedas, no importa el color.
Así es como termina trayendo quince ovillos de lana de distintos colores y con esto tengo para entretenerme por varias horas, no pienso torturarme dejándome tiempo en blanco para pensar y autolesionar mi corazón, por eso planeo hacer una manta con todos estos colores que tengo a mi disposición, esto me podrá distraer hasta que pasen las dos semanas obligatorias y pueda volver a hacer lo que tanto extrañé y que realmente necesito para desquitar la incomodidad que yace en mi pecho, extraño mi arma y la práctica.
Empiezo con mi pieza y así pasan en un pestañear las siguientes horas hasta que ya es de noche, escucho en el pasillo a Richard y mi esposo hablar en voz baja, deben creer que estoy dormida.
—Se llama ser tolerante, no te pido que la quieras como tu suegra, pero sí que la respetes mientras esté aquí. Te será de ayuda si colaboras en este tiempo.

ESTÁS LEYENDO
ATADOS
Romance¿Te atreverías a casarte con una completa desconocida? Erika, huérfana e independiente. Una chica que ha vivido toda su vida persiguiendo algo que realmente nunca ha conocido... la felicidad, el amor y el calor de un hogar. Soñadora y observadora de...