Capítulo 72

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Richard

Toco otras cinco veces la puerta considerando si es muy atrevido entrar con las llaves. Espero un minuto más y la puerta se abre un poco dejando salir solo la cabeza de mi hijo por el pequeño espacio.

-¿Cómo les está yendo en su nueva vida como padres? -le pregunto y me hace un gesto para que baje la voz.

-Si viniste a traerme algo te lo recibo aquí y si quieres entrar quítate los zapatos antes y pasas directo al baño a desinfectarte.

-Okay... voy a entrar-me abre bien la puerta y cuando ingreso veo todo impecable, más limpio que de costumbre y eso es mucho decir.

Me vigila asegurándose de que no me salte nada del protocolo que me indicó y yo lo hago al pie de la letra, después de todo son prematuros y sus cuidados deben ser el doble de estrictos que con un recién nacido normal.

-¿Gripe reciente? ¿estornudos? ¿tos? ¿dolor de cabeza? ¿algún síntoma que me indique que debo echarte de aquí ahora mismo? -pregunta plantándose en las escaleras impidiendo que suba.

-No, Esteban, no soy un irresponsable como para venir aquí con algo que ponga en riesgo a mis propios nietos-respondo aburrido.

Inspecciona de arriba abajo y asiente. Me abre espacio y subo, ojeo el cuarto de los bebés que me quedó espectacular, por cierto; las cunas están armadas, pero es evidente que no han sido estrenadas, luego me dirijo a la habitación principal y abro lentamente para no hacer ruido.

-Hola...-digo en voz baja entrando- ¿puedo pasar?

Veo el sol entrando por la ventana pegándole directamente a mi nuera quien me da la espalda mientras se mueve en su sitio con uno de los bebés. Veo a los otros dos dormidos con la joven gata blanca con negro recostada a sus pies en un pequeño moisés junto a la cama y es ahí cuando la joven voltea dejando ver que tiene puesto el overol azul que le regalé en navidad y en sus brazos tiene a uno de los varones que no identifico cual es.

-¡Richard! -exclama con una sonrisa sin dejar de palmear la espalda pequeña de su hijo- que sorpresa ¿Qué te trae por aquí? -habla suave.

-Quería ver como están manejando la primera semana como papás, pero por lo que veo no lo hacen nada mal.

-Bueno, ha sido un poco abrumador acostumbrarnos, sobre todo para Esteban ¿puedes creer que no durmió los primeros tres días por vigilarlos mientras duermen?

-Si, te creo-siempre ha sido medio obsesivo-¿Y tú has podido dormir bien?

-Me siento bastante tranquila desde que volvimos a casa, pero no voy a negar que es exhausto el tema de la alimentación. Interrumpir el sueño cada tres horas ha sido todo un reto-explica dejando a su bebé junto a los otros dos.

-Lo imagino, pero no te ves nada mal para lo que me cuentas.

-Es maquillaje-se estira-, debajo están las ojeras.

Esteban se le acerca y la toma por la espalda abrazándola, lucen más unidos que nunca.

-Si viniste a ayudar entonces prepárate para cambiar pañales, cuando se despiertan es todo un espectáculo de popo.

-Ja, no tengo ningún problema con eso.

Y ocurre tal como avisa, tres horas después de estar ayudándolos a mantener todo lo de los bebés en orden, la casa se inunda con un llanto que poco después se multiplica por tres y cuando subo veo como Esteban le cuesta cambiar un misero pañal y se exaspera con los tres llantos que lo acosan.

-Ya voy, ya voy... un momento-tiene a la niña y cuando logra retirar el pañal sucio la pequeña se hace pis encima-¿otra vez, Hanna? -expresa cansado levantándola y cambiando la frazada mojada.

ATADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora