Capítulo 17

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Erika

Agotada, esa es la palabra que describe este día, pero también puedo destacar que estoy gratamente sorprendida con lo bien que me sentí con todo lo que se me dispuso hoy, no sabia lo bien que se siente el experimentar que otra persona se preocupe por necesidades que en realidad no le afectan. Esteban a lo mucho podría haberme comprada lo estrictamente necesario para estar presentable, pero en cambio, vi como hizo palpable sus promesas para que aceptara casarme con él. El que me sienta bien con esto no quiero decir que no me sienta en deuda con él, definitivamente haré lo que esté en mis manos para retribuirlo, empezando por hacer mi primera cena como su esposa.

Pasamos antes a hacer compras y tener muchos ingredientes y alimentos disponibles en la dispensa, pero en cuanto llegamos a su casa él insistió acerca de que se encargaría, pero como amo cocinar lo logré convencer presumiendo lo bien que me quedan todos los tipos de comida, más delicioso que el desayuno experimental de la mañana.

Así fue como terminé con el delantal feliz en la cocina con música de fondo desde mi nuevo celular y él mientras tanto arreglando la cama que olvidamos tender temprano.

Ahora que lo noto, es extraño que alguien que tiene tanto dinero para derrochar en compras como lo hizo hoy no tenga empleados que se encarguen de esos trabajos. No es que me moleste, en realidad me siento más cómoda haciendo las cosas yo misma ya que estoy acostumbrada y me gusta, pero alguien como el debería tener gente le haga todo por él. O eso me hacen pensar todas las novelas mexicanas que veía por pedazos en el televisor de la cafetería donde trabajé.

Termino de dar los toques finales a mi cena mientras bailo en mi puesto suavemente al ritmo de Call Me Maybe. Con todo lo que compramos opté por hacer un delicioso pollo con salsa de mostaza y vino blanco, no me considero una persona presumida, pero estoy segura de que esto debe estar exquisito, no sé si para Esteban sea suficiente con los lujos gastronómicos que el se puede dar, pero es mi mejor forma de retribuir, porque la felicidad empieza por tener el estomago lleno.

Sirvo la mesa, me quito el delantal y apago la música de mi celular. No escucho ruidos y decido subir a avisarle a Esteban que ya está lista la cena, camino por el pasillo directo a la habitación principal y cuando entro encuentro todo ya arreglado y en perfecto orden, se nota que está acostumbrado a hacerlo por si mismo. No lo veo en el lugar por lo que me siento un segundo en la orilla de la cama y percibo unos segundos el olor que emana toda la habitación, es un olor que me atrae y es delicioso de sentir, un olor al cual no estoy acostumbrada pero que si lo analizo con atención es proveniente del hombre que me ha acompañado en estos días.

Me descubro a mi misma cerrando los ojos para concentrar más el efecto que me idiotiza de dicho aroma, por lo que me doy una cachetada para reaccionar. Me vuelvo a levantar y me dedico a mirar y detallar algunas cosas del cuarto que no pude anteriormente, como los tres cuadros medianos que están colgados en las paredes, en el de arriba es un niño en medio de mucha neblina, el del medio es un mar oscuro y con olas en las que está un trono roto. El tercero está incompleto, es solo una casa, pero parece faltarle detalles y un poco de color, me da una sensación de frio y soledad.

El ruido de la puerta del baño cerrándose me hace pegar un brinco. Volteo y me encuentro a Esteban con una camiseta blanca que le queda un poco suelta y un pantalón negro de sudadera, todo el estilo se ve fresco y cómodo, pero lo que más llamó extrañamente mi atención fue el cabello húmedo que se acomoda mientras me mira. Ese gesto, las gotas cayendo ligeramente hasta su manzana de adán...

¡ERIKA! Concéntrate.

- Estaba tomando un baño ¿me necesitabas? – me dice apartando su mirada y dirigiéndola a sus cuadros.

ATADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora