XI. El chantaje.

177 44 2
                                    

De la misma forma en la que Jungkook se había comportado desde que salieron del castillo de Gyeoul, el caballero se mantuvo alejado de ellos a la hora de acampar. Hasta entonces Yoongi no se lo había preguntado, pero le daba curiosidad saber si en algún momento descansaba mientras hacía guardia.

En lugar de intentar sacarle las respuestas, se recostó sobre su manta junto al fuego luego de comer. Seokjin se había encerrado en su tienda desde que terminó de instalarla una hora antes, evitando cenar junto a él como normalmente acostumbraba.

El silencio solo era interrumpido por las cigarras y, junto al fuego, se estaba bastante agradable, pero Yoongi no podía dormir.

No lo había pensado muy profundamente hasta entonces, pero atrapado en aquella situación las cosas habían cambiado. Tal vez una pequeña parte de él, ese Yoongi sucio y desnutrido que había sufrido en el calabozo por seis años, había esperado con ansias la oportunidad de vengarse de Seungyeong por absolutamente todo.

Hacerle sentir en carne propia todo lo que había sentido. Torturar su mente como la suya había sido torturada. Quizás incluso ponerle una trampa de oso en la pierna.

Pero ya nunca podría hacerlo. Ni siquiera podrían atraparlo y meterlo tras las rejas. El hijo de puta estaba muerto y sus últimos años de vida los había pasado de fiesta en fiesta. El solo imaginárselo le daba asco.

Antes de que pudiera dejar volar su mente a rincones más oscuros, la cabeza del rey se asomó entre las dos solapas de la entrada de su tienda. Era casi cómico verlo. Parecía una cabeza flotante en la noche. Yoongi no se movió.

—¿Te apetece acompañarme un momento? —sugirió tras un instante.

Yoongi miró en dirección a Jungkook. El caballero estaba ocupado dándoles la espalda.

—No creo que eso sea muy apropiado, Su Idiotez.

Seokjin también miró al muchacho, pero por menos tiempo que él.

—Jungkook no le dirá a nadie —dijo a modo de excusa, incluso si hablaba bajito como si no quisiera que lo escuchara—. Además, yo soy el rey. Yo determinaré si es apropiado o no.

El día había sido lo suficientemente extraño y frustrante para preocuparse por cosas como esas. Luego de lanzarle una última mirada al caballero, Yoongi se levantó del suelo y entró a la tienda. El espacio dentro era apenas suficiente para que el rey se recostara cómodamente, completo con una pequeña lámpara y otras cosas como su bolsa de viaje, papeles, un par de libros y un cuaderno.

No era mucho en comparación a lo que él tenía afuera, pero tenía que ser más agradable que estar a la completa intemperie.

Al notar que Yoongi no se movía de donde estaba parado, el rey le hizo un gesto para que tomara asiento a su lado. Sí, quizás tener un par de cojines era mucho más agradable que solo poner una manta en el suelo.

—Imagino que estás en la misma situación que yo.

—Si con eso te refieres a que estoy de lo más frustrado, sí, estamos en la misma situación —asintió Yoongi—. ¿Qué se supone que haremos ahora? Seungyeong está muerto y con él, también el rastro que podíamos seguir.

—Yo no me apresuraría a sacar esa conclusión —Seokjin sonaba optimista—. Hemos perdido nuestro vínculo directo, pero donde hubo un asesinato siempre queda sangre.

—Muy bonito, pero sabes que también estás molesto.

—Lo estoy y no lo niego. Si bien Seungyeong fue solo la daga que utilizó el asesino, sigue siendo uno de los culpables —admitió el rey—. Me hubiera encantado llevarlo a la justicia, pero el cielo tuvo otros planes. No vale la pena perder la cabeza por cosas ya perdidas.

The Lost Assassin ♕ ksj + mygDonde viven las historias. Descúbrelo ahora