XIII. Una noche juntos.

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Yoongi estaba parado justo detrás de la puerta con esa expresión en el rostro que gritaba que no estaba para nada molesto o afectado por lo que, obviamente, acababa de escuchar. Pero incluso sabiéndolo, el corazón de Seokjin dio un vuelco en su pecho cuando cruzó miradas con él.

Lo agarró de la muñeca y se lo llevó al cuarto que estaba más cerca, antes de que pudiera decir nada. Dentro de la biblioteca y sintiéndose seguro en su silencio, el rey comenzó el discurso que sentía que llevaba una vida repitiendo.

—Yoongi, sobre lo que escuchaste...

Para su sorpresa, el muchacho puso una mano sobre su boca e impidió que siguiera.

—¿No te parece que ya te has disculpado lo suficiente?

Seokjin tomó su mano y la apartó con cuidado de su rostro.

—Quizás sí, pero es importante para mí que sepas que solo mentí para contentar a la emisaria y hacer que se fuera.

—¿Qué fue lo que te dije hace poco, Seokjin? Te dije que no puede importarme menos la opinión de la realeza —recalcó Yoongi, moviéndose para recostar el peso de su cuerpo contra una de las mesas que tenía cerca.

De repente más liviano, el rey lo imitó, colocándose a su lado a la vez que sonreía por la anticipación de lo que estaba a punto de decir.

—¿De toda la realeza?

Yoongi lo golpeó suavemente con el codo.

—Cállate —dijo rodando los ojos. Yoongi ignoró la broma y volvió a concentrarse en lo importante—. Me da lo mismo que me llames un sucio asesino y todo eso, pero todavía no comprendo por qué simplemente no puedes decir la verdad. El que estés ocultándolo todo solo te hace ver mal a los ojos del resto.

El rey hizo una mueca. Así como Yoongi estaba cansado de escuchar sus innecesarias disculpas, Seokjin estaba harto de repetir lo mismo y peor, que Yoongi no lo entendiera.

—Como ya dije, el éxito de nuestro plan depende del elemento sorpresa, así que lo único que podemos hacer es mantener el secreto.

Seokjin se sorprendió un poco, aunque no lo demostró, cuando Yoongi se acercó más a él, hasta que sus hombros estuvieron pegados. Era quizás lo más que se habían acercado físicamente, exceptuando cuando montaron a Euna juntos.

—Puede que eso sea verdad, pero no decirle a tu hermano lo está lastimando —todavía tenía fresca en la memoria la imagen del chico, dolido y reclamándole el que le estuviera arrebatando a su hermano mayor.

La mención de Jimin hizo que el rey se tensara y sus ojos se enfocaran en algún rincón del suelo cerca de sus pies.

—Jimin ya ha tenido que lamentar la muerte de nuestros padres una vez y solo fue capaz de pasar página, hasta cierto punto, porque está convencido de que se hizo justicia con tu captura y juicio —explicó Seokjin, apoyándose un poco en Yoongi sin darse cuenta—. No quiero que Jimin sepa la verdad hasta que tengamos al verdadero culpable en nuestras manos. No quiero que tenga que volver a pasar por esa incertidumbre.

Yoongi dudó un momento, pero al final, buscó la mano de Seokjin que tenía más cerca y la tomó. El muchacho solo apretó los dedos del rey entre los suyos, una especie de gesto de apoyo o consuelo.

—La gente siempre piensa que le hacen un favor a sus seres queridos cuando cargan pesos por ellos —murmuró, pasando de mirar las manos unidas de ambos a fijarse en el rostro de Seokjin—. Pero en realidad lo único que hacen es robarles el derecho a estar tristes, enfadados; a lamentarse por lo perdido. No cometas ese error, Seokjin.

The Lost Assassin ♕ ksj + mygDonde viven las historias. Descúbrelo ahora