XVI. Declaraciones.

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Era bastante tarde, pero Yoongi perdió todo el sueño horas atrás. Para haber pasado la mayor parte de la noche encerrado en la habitación, había terminado por pasar por cosas bastante... interesantes. Desde el extraño en el pasillo hasta el ebrio príncipe recordándole que su cabeza todavía no estaba segura sobre sus hombros.

El segundo seguía preocupándolo. Sin importar cuánto lo odiara o cuántas miradas envenenadas lanzara en su dirección, no podía evitar mirar al chico sin pensar en su propio hermano. Le fastidiaba su actitud, pero a la vez la entendía. Ambos sentimientos podían existir al mismo tiempo.

No estaba seguro qué tan entrada la madrugada era cuando el rey entró al cuarto con la cabeza gacha y arrastrando los pies. Ya no llevaba ninguna de sus joyas, ni tampoco la corona o su capa. Lo que sí traía encima era un aroma a perfume tan intenso que se había convertido en algo un poco repulsivo.

Seokjin se sentó a su lado en la cama y Yoongi lo observó con detenimiento, el cómo se bamboleaba incluso estando sentado y cómo sus ojos parecían luchar para no cerrarse. Sin querer sonrió, pero controló su expresión.

—¿Pudiste descubrir algo?

Él sacudió la cabeza y el esfuerzo pareció acabar con sus últimas energías, pues luego de negar la descansó sobre el hombro de Yoongi.

—Nadie dijo nada realmente incriminatorio —contestó removiendo la cabeza para ubicarla mejor en el hueco entre el cuello y el hombro de Yoongi—. Estoy muerto luego de tantas cortesías.

Intentó mirarlo a la cara desde su posición y el girar la cabeza hizo que una nueva ola de perfume le irritara la nariz. Hasta el cabello de Seokjin tenía ese aroma a flores pegado.

—Apestas a mujeres, Seokjin.

La acusación le sacó una risa.

—Algunas me pidieron que bailara con ellas, se me debió pegar entonces —explicó, todavía risueño. Él mismo no había apreciado tanto perfume en su persona—. Pero, ¿cómo sabes que apesto a algo? ¿Acaso me has olido antes?

El calor le subió abruptamente hasta las orejas.

—Absolutamente no —negó rotundamente—. Es solo que ahora mismo puedo olerte a un kilómetro de distancia, cosa que normalmente no puedo hacer.

Se esperó alguna respuesta burlándose de él, pero en su lugar el rey movió la cabeza para que su barbilla estuviera sobre su hombro. De ese modo podía mirarlo a la cara, al menos hasta donde la corta distancia se lo permitía. Era extraño, pensó Yoongi mandando la cara un poco hacia atrás para verlo mejor, pero sentía que Seokjin se veía mucho más atractivo cuando era solo él sin todos aquellos accesorios y la corona. Sonrojado y con los labios en un puchero Yoongi hasta quería revolverle el pelo.

—¿Por qué no puedes solo admitir que estás un poco interesado en este pequeño rey?

La pregunta no ayudó al rubor en su rostro.

—Estás ebrio, Seokjin.

—Solo estoy un poco mareado —dijo, como un borracho ejemplar—. Pero tú no lo estás, así que puedes ser honesto sin excusas.

Su primer instinto fue insultarlo como siempre lo hacía para luego huir, pero en su lugar Yoongi consideró la expresión del rey por un momento. Tal vez era un efecto secundario de la bebida, pero Seokjin no lo miraba con la misma diversión que lo caracterizaba en ese tipo de situaciones. No tenía una sonrisa estúpida en la boca ni tampoco le brillaban los ojos con la expectación de una broma que se estaba guardando.

Lo que vio en su lugar fue lo que mejor podía describirse como la cara de un cachorro rogando por cariño. Sus pupilas estaban algo dilatadas en la poca luz del cuarto, fijándose en él con una esperanza que le apretujó el corazón. El rey lo miraba como si en aquel momento estuviera colgando de un risco, extendiendo una mano hacia él. Lo que dijera lo salvaría o lo dejaría a su suerte.

El sonido de los latidos de su corazón sonaba claramente en sus oídos. Yoongi tomó el aire que llevaba rato necesitando y lo soltó en un suspiro derrotado.

—Quizás es verdad que me he encariñado un poco con Su Idiotez —confesó, poniendo una mano sobre una de sus rodillas.

Solo entonces prendió una chispa en los ojos de Seokjin, pero una que indicó alivio en la tenue oscuridad. El rey lo miró por unos segundos con la boca entreabierta, quizás procesando lo que no pensó escuchar y, antes de que Yoongi tenga tiempo de huir o solo considerarlo, Seokjin presionó un beso contra su boca; suave y quieto, pero por un largo momento.

Fue tan minúsculo, pero de alguna forma se sintió gigante. Una presión sobre sus labios que parecía ponerle fin a algo que venía construyéndose por demasiado tiempo. Como si por fin hubiera salido del agua y pudiera recuperar el aliento.

Yoongi tampoco se movió y aunque no intentó profundizar el contacto, cerró los ojos hasta que se acabó y el rey volvió a su posición anterior.

—¿Ya estás feliz, rey idiota?

—Mucho.

Subrayando la declaración, Seokjin sonrió como un tonto, pero Yoongi encontró esto más entrañable que molesto.

Afuera ya no se escuchaba ni un solo ruido. Ni la música que antes había llegado desde lejos ni las voces de los invitados conversando en el gran salón. No le parecía descabellado pensar que quizás eran los únicos despiertos en todo el palacio.

Yoongi se puso de pie.

—Ahora que estás contento y tranquilo, me iré a la cama.

Para alguien ebrio, Seokjin consiguió atrapar una de sus manos con extrema facilidad, poniendo todas sus fuerzas para evitar que caminara hasta la puerta. Yoongi se giró a mirarlo, sabiendo perfectamente lo que se venía.

—¿No puedes pasar la noche aquí, conmigo? —pidió el rey—. No te haré nada, solo quiero dormir junto a ti.

—¿Quién dijo algo de hacer nada?

—Lo aclaro porque ya me imagino que llegarás a alguna conclusión extraña.

—Una pequeña confesión y un beso, ¿y ya me quieres en tu cama? Quién diría que el rey de Gyeoul es ese tipo de hombre —se burló Yoongi, por una vez siendo el que hacía las bromas.

—Sabes que no es de esa manera...

—¿Entonces? ¿Por qué quieres que me quede?

Seokjin aprovechó que estaba con la guardia baja para jalarlo de la mano que tenía agarrada y acercarlo para que estuviera parado entre sus rodillas. El rey lo miró desde abajo con la misma expresión de cachorrito de antes.

—Porque me gusta estar contigo. ¿No es eso suficiente?

No le quedaba fuerzas para seguir molestándolo. Dudando en cada uno de sus movimientos, Yoongi le pasó las manos por el pelo y luego sostuvo su rostro por un momento. Se había divertido cuestionando las intenciones del rey, pero lo cierto era que él mismo tenía ganas de volver a besarlo.

—De acuerdo, me quedaré esta noche. Para que no llores hasta dormirte.

Se metió a la cama junto a él y abrió los brazos, permitiendo que el rey se acurrucara a su lado y lo abrazara. Tal vez lo mejor de aquel momento era darse cuenta de que no sentía que estuviera haciendo algo para contentar al rey; envolviendo la espalda ancha de Seokjin con los brazos y hundiendo la nariz en su cabello que apestaba a perfume, Yoongi supo que él estaba tan o más contento que él por tenerlo cerca.

Ni un poco de vergüenza le quitaría eso. Era terco, pero no tanto.

The Lost Assassin ♕ ksj + mygDonde viven las historias. Descúbrelo ahora