Prólogo

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Seokjin recordaba aquella noche como si hubiera ocurrido días antes. Como si llevara viviéndola todos los días desde entonces.

Terminaba el verano con uno de los climas más templados en semanas y mientras el pueblo se apresuraba a sus casas a descansar, los festejos empezaron temprano en el castillo de los gobernantes del reino.

No era una celebración como cualquier otra. Donde generalmente había músicos y etiqueta, entonces había caballeros ruidosos y personas comiendo con las manos. No había bailes elegantes ni hermosas damas en sus llamativos vestidos, solo pasos alcoholizados de hombres sudorosos alrededor de una fogata en medio del campo de entrenamiento.

El rey y la reina estaban presentes, pero no eran los protagonistas. La pareja de gobernantes se redujo a observar desde lejos, aceptando una que otra copa de vino mientras reían ante las actividades que se daban frente a ellos.

Aquella era la fiesta de graduación de los nuevos miembros de la caballería y probablemente uno de los pocos días del año en el que se permitía que todos abandonen sus puestos para divertirse. Entonces Seokjin tenía veintiún años y, aunque se trataba del mismísimo príncipe y heredero al trono, también formó parte del caos entre aquellos a quienes consideraba sus amigos. Su hermano menor también había querido participar, pero al ser tan joven lo obligaron a irse temprano a la cama y no mucho después sus padres le siguieron.

Pero Jin permaneció.

Durante toda la madrugada el ruido y los cantos siguieron. Las risas fueron el único sonido que llenó la noche.

Hasta que se escuchó el primer grito.

Desorientados como estaban por la bebida hasta al más hábil de la caballería le costó espabilar y reaccionar. Seokjin corrió hacia la puerta que llevaba del campo de entrenamiento al castillo, pero encontró que había sido sellada por dentro.

Luego de muchos esfuerzos y el apoyo de los caballeros que pudieron acudir en su ayuda sin caerse de narices lograron entrar, pero no lo suficientemente rápido. Para cuando irrumpieron violentamente otro grito desgarró sus oídos, uno cuya voz era diferente, pero que mandó un escalofrío desde su cabeza hasta sus pies.

Para cuando llegaron a la habitación del rey y la reina ya había sido demasiado tarde. La ventana que daba al exterior estaba hecha pedazos. Había sangre en todos lados. En una de las paredes, el suelo, los muebles, la cama. El cuerpo sin vida de la reina descansaba en su lugar habitual, pero donde antes la hubieras visto dormida, ahora se encontraba degollada.

En el suelo cerca de ella estaba su hermano menor, sosteniendo a su padre que había sido atravesado con una espada en el pecho. La sangre los manchaba a ambos. Una daga bañada en sangre cayó de la mano del rey cuando finalmente su cuerpo perdió fuerzas.

El menor de los príncipes gritó, lloró, le rogó a su padre que despertara; el mayor solo se quedó allí parado, parpadeando despacio y sintiendo como si algo se retorciera y cambiara de forma en su interior.

Nadie durmió en todo el día. El mundo se había puesto de cabeza para todos aquellos que habitaban el castillo, pero dentro de tanto caos y tantas preguntas que cruzaban por sus mentes, las horas fueron lo suficientemente misericordiosas para darles el más importante de los consuelos:

Habían conseguido capturar al asesino.

The Lost Assassin ♕ ksj + mygDonde viven las historias. Descúbrelo ahora