XXIX. Últimas horas.

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Llegaron al palacio de Yeoreum casi un día antes de lo esperado.

Era de noche, un poco pasada la hora de la cena, cuando detuvieron los caballos frente a las enormes puertas que separaban los terrenos del castillo del exterior. Algunas antorchas iluminaban la entrada y el silencio era tal que Jungkook no tuvo que levantar mucho la voz para que alguien lo escuchara.

—¿Quién anda ahí? —preguntó una voz que vino de arriba. Sobre la muralla se asomó la cabeza de un guardia.

Jungkook hizo un gesto a Yoongi para que se mantuviera en silencio.

—Soy Jungkook, guardia real de Su Majestad Seokjin —anunció.

Silencio.

—¿Capitán? ¿Es usted?

Cuando volvieron a escuchar la voz, esta sonó mucho más cercana. Por una ventanilla en una de las puertas de madera pudieron ver más de cerca el rostro del caballero.

—Sí, así es. Se suponía que acompañara al rey en su venida, pero otros asuntos me retuvieron en Gyeoul. He venido con uno de mis caballeros.

Señaló con una mano hacia Yoongi y él solo asintió con la cabeza, intentando no levantar demasiado la mirada para evitar que su rostro se viera demasiado bajo la capucha que llevaba. En general no eran muchos los que lo reconocían al verlo, pero no eran tan tontos para confiarse del azar en una situación tan crítica.

Para suerte de ambos, el caballero no le prestó mucha atención antes de volver a concentrarse en Jungkook.

—¿Quiere que lo anuncie, señor?

Yoongi sintió algo de alivio. Era buena señal que el caballero estuviera tan tranquilo. No estaba seguro de qué hubiera hecho si acaso eran recibidos con malas noticias respecto a Seokjin y su hermano.

—Oh, no, no. No será necesario. No hay por qué molestar a nadie a estas horas —razonó Jungkook restándole importancia al asunto con un gesto de la mano—. Será mejor si solo entramos y nos ponemos en posición en silencio.

—Como usted diga. Ahora mismo les abro.

Unos segundos después una de las puertas fue abierta con un chirrido y cruzaron sin más hasta llegar a la entrada del castillo en sí, donde ya encontraron a otro par de caballeros que tomaron a sus caballos de las riendas y se los llevaron a descansar tan pronto desmontaron. Solo cuando Jungkook estuvo seguro de que no había nadie lo suficientemente cerca para escucharlos fue que se inclinó hacia Yoongi nuevamente.

—Tú ve a buscar a Su Majestad. Imagino que estará en la habitación que siempre destinan para él en sus visitas, en el segundo piso al fondo del pasillo. La puerta tiene una piedra azul incrustada, no tiene pierde —explicó—. Yo investigaré un poco la situación actual y luego iré a ver si el príncipe Jimin se encuentra bien. Te alcanzaré tan pronto termine.

—De acuerdo. Solo espero que Su Majestad esté dispuesto a verme.

—Eso es lo de menos, créeme —aseguró Jungkook—. Ah, y Yoongi...

—¿Sí?

—Ten mucho cuidado, por favor.

Se separaron al pie de las escaleras que daban al segundo piso. Nadie los detuvo en el camino con preguntas, pues el solo ver el rostro conocido de Jungkook era suficiente para que bajaran la guardia. Yoongi subió los escalones sin hacer ruido y avanzó por el largo pasillo hasta la puerta que Jungkook había mencionado, todo evitando cruzarse con los guardias que hacían sus rondas.

Sin el capitán a su lado fácilmente sería tomado como un intruso.

Pensó en golpear la puerta antes de entrar, pero finalmente decidió en contra. Ni él mismo supo explicarse por qué. Movió el picaporte muy despacio y empujó la madera, metiéndose a la habitación con el mismo sigilo que lo había traído hasta ese lugar. El cuarto estaba a oscuras y antes de que sus ojos pudieran acostumbrarse a ello o dilucidar la silueta de Seokjin en la penumbra...

... alguien lo puso contra la pared y le acercó el filo de una navaja al cuello.

Tres parpadeos después supo exactamente quién lo tenía en un agarre tan firme. Podría reconocer el aroma de su pelo níveo hasta dormido.

—Jin, soy yo. No quise asustarte.

Seokjin lo soltó tan pronto dijo su nombre, reconociendo su voz con la misma facilidad que él lo había reconocido por su olor.

Un instante después, el rey volvió a agarrarlo con fuerza, esta vez en un abrazo que le apretujó las costillas de una manera que no sabía cómo, pero que conseguía reconfortarlo de una manera increíble. Yoongi le devolvió el gesto, cerrando sus brazos alrededor de su pequeña cintura y pegando la nariz a su cuello que olía a sal marina.

—Cielo, no sabes lo aliviado que estoy de verte —murmuró el rey contra su oído—. Creí que eras alguien que venía a hacerme daño.

—¿Y tu guardia? Jungkook dijo que envió a alguien de confianza para cuidar de ti.

—Lo obligué a quedarse con Jimin. Estoy preocupado por su seguridad.

Yoongi arrugó el ceño, comprendiendo que había algo que Seokjin no le estaba diciendo.

—¿Ha pasado algo? ¿Por qué siento que estás aterrado de repente?

El rey se apartó de él, solo lo suficiente para poder mirarlo, pero manteniendo sus cuerpos pegados de la cintura.

—En estos días han pasado cosas que me hicieron ver la realidad. Me hicieron ver que tenías razón, Yoongi. Sobre Taeyang —explicó Seokjin. Las palabras no le salieron con facilidad—. Te debo una disculpa gigantesca, cielo; las cosas que dije, lo que hice-

Yoongi fue consciente de dos cosas en ese momento. La primera fue que estaba estúpidamente enamorado de aquel rey de pacotilla y la segunda, que si le permitía empezar con sus disculpas y explicaciones perderían toda la noche y quizás la mañana siguiente. No tenían tanto tiempo. Por ese motivo no dudó en cubrirle la boca con una mano, interrumpiendo sus palabras.

—Ya arreglaremos las cosas luego, ¿está bien? —pidió Yoongi, y solo liberó a Seokjin cuando éste asintió con la cabeza—. Ahora mismo necesitamos hacer algo acerca de Taeyang y también tenemos que mantener a Jimin a salvo. Jungkook fue a verlo, pero vendrá a vernos pronto.

Apenas unos minutos después, tres golpes sonaron contra la puerta. El rey dejó que Jungkook entrara al cuarto y tras informarle sobre el estado de su hermano, procedieron a juntar las cabezas y formular un plan.

A la mañana siguiente, Seokjin confrontaría a Taeyang sobre la verdad, teniendo a Yoongi lo suficientemente cerca en caso de que todo se complicara. Jungkook se encargaría de mantener a Jimin a salvo, pero también estaría listo en caso de que fuera necesaria su ayuda.

—Lo que vamos a hacer es increíblemente arriesgado, considerando que estamos en su reino —dijo Seokjin, dándole voz a la preocupación que rondaba por la cabeza de todos en el cuarto—. Pero no creo que sea sabio solo sentarnos a esperar justamente por la situación vulnerable en la que estamos. Es ahora o nunca.

Jungkook le puso una mano en el hombro, de repente mucho más casual y cercano.

—Soy su espada y estoy preparado para lo que sea, Su Majestad.

Ambos intercambiaron una sonrisa. Había algo de esperanza si Jungkook parecía tan tranquilo.

El capitán se marchó tan pronto terminaron de ponerse de acuerdo con todos los detalles del plan, no sin antes decirles que enviaría a Yeonjun para que se quedara a hacer guardia en la puerta de la habitación. Solo como precaución, el rey puso una silla contra la puerta, trabando el picaporte en su lugar.

Para su propia desgracia, Yoongi se quedó dormido tan pronto se recostó junto a Seokjin en la cama, finalmente sintiendo cómo su cuerpo le cobraba todo el cansancio que no se había permitido sentir en los cuatro días de viaje que hicieron. Cualquier idea de seguir la conversación que quedó pendiente fue fútil.

Durmió hasta la mañana sin despertarse, pero no durmió bien. Toda la noche fue víctima de sueños como premoniciones de lo que podría ocurrir, o se sintió a sí mismo teniendo dificultades para respirar. Y durante todas esas horas, incluso en la inconsciencia, no pudo huir del sentimiento más terrible de todos: el saber que, muy probablemente, sería la última vez que podría pasar una noche en los brazos de Seokjin.


The Lost Assassin ♕ ksj + mygDonde viven las historias. Descúbrelo ahora