XXXII. Siete años.

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El tiempo pasó en un parpadeo. Las horas se volvieron días y los días semanas.

Contrario a la creencia colectiva, el tiempo no consiguió borrar absolutamente nada de todo lo que había ocurrido, pero no estaba convencido de que aquello fuera algo malo. Las olas no habían logrado borrar las marcas en la arena, pero de alguna manera habían convertido estas marcas en algo precioso. En una parte de la historia.

Todo había cambiado a su alrededor. En el reino de Gyeoul, en el de Yeoreum. Cada vez que miraba a Seokjin una cicatriz larga y rosada parecía sonreírle desde su mejilla. La gente del palacio ya no corría al verlo acercarse, sino que se detenían a saludarlo e incluso sonreírle al pasar. El príncipe Jimin seguía algo distante, pero de la misma forma que lo hacía un gato tímido que te tiene cariño a su arisca manera.

El cambio más importante de todos era que, de un día para otro, había comprendido que ya no estaba viviendo en el castillo de Seokjin. Estaba en casa.

Pero esta casa nunca dejaría de ser más que solo eso.

El juicio al antes rey de Yeoreum se decidió llevar a cabo en Gyeoul. Era verdad que Taeyang no era del reino del invierno, pero sus crímenes se habían dado allí y junto a Taehyung, Seokjin había decidido que debía ser juzgado donde más daño ocasionó.

Seokjin estaba en su mejor apariencia, ocupando como siempre su lugar en el trono del gran salón. Los reyes y reinas de los demás reinos estaban presentes, tomando asiento en grandes sillas de madera que habían traído para ellos y ubicado a un lado del salón. El rey de Gaeul, la reina Hwa y un recientemente coronado Taehyung.

Incluso si la corona dorada de joyas rojas sentaba bien sobre su cabeza, todavía no podía verse en su postura aquella firmeza que caracterizaba a los reyes. Nada que un poco de tiempo y guía no pudiera solucionar.

El salón estaba a rebosar, por primera vez desde la fiesta de aniversario de coronación de su padre. Los miembros del consejo ocupaban el otro costado, paralelos a los reyes y, detrás de todos estos y rodeando el salón, caballeros de todos los países que acompañaban a sus señores y señoras.

Jimin estaba en su asiento al lado de su hermano, Namjoon parado al otro lado. Yoongi había insistido en solo tomar lugar en algún rincón, camuflándose entre la multitud, pero Seokjin lo había arrastrado para ubicarse cerca de él, parado un poco detrás de su trono. Qué posición significaba el ubicar ese lugar, no estaba seguro de que nadie podría decirlo.

En lo que Jungkook y sus caballeros arrastraban a Taeyang hasta el centro del cuarto, los cuchicheos no se hicieron esperar. Ninguno de los presentes en su mejor juicio hubiera esperado un desenlace como aquel; un rey, un amigo, pagando para asesinar a quienes lo consideraban parte de la familia. Taeyang, a quien admiraban en los cuatro reinos por su fuerza, bondad y sentido de justicia.

Aquel día era el séptimo aniversario del crimen. Seokjin había decidido que se diera el juicio en ese día, como una especie de forma de cerrar el círculo para siempre y no había permitido que nadie lo persuadiera de lo contrario.

El juicio fue bastante rápido. Se presentaron todas las pruebas y todos aquellos involucrados en la investigación dieron su versión de los hechos y todo lo que ocurrió en los últimos meses, incluso Yoongi, cuyo testimonio sacó un par de sonidos de indignación en los presentes. Su historia era quizás la más triste de todas, si no es que la más trágica.

Nadie protestó cuando se declaró culpable a Taeyang, pero sí hubo abucheos cuando el acusado confesó absolutamente todo. No quería asumir cosas, pero a Yoongi le dio la impresión de que la gente de Yeoreum había sido la más molesta con su anterior rey.

The Lost Assassin ♕ ksj + mygDonde viven las historias. Descúbrelo ahora