¿Aceptarías una segunda oportunidad para tener lo que has deseado y te han negado?
Después de que Jackie, Jade, y todo el equipo J se deshicieron de Shendu y Drago, la vida continuaba para todos, en especial para Jade, cuya llegada de un nuevo maest...
Viper había acordado vivir en el templo de Jade por un tiempo, y se daba cuenta de que su unión en equipo era muy útil y eficiente. Les estaba sirviendo muy bien, en especial con la mamá de Tohru. Ella había accedido estar con ellas un tiempo para apoyarlas y cuidarlas. De pronto, vieron que la caja Panku empezaba a vibrar. En ese momento, se elevó la caja, se abrió, y cuando vieron, era en la bahía de Hong Kong. Eso solo significaba una cosa, Jade ya lo sabía, y era obvio que no andaba de buen humor. Una travesura que le salió mal.
-Viper: Según esto, y la información que me diste, el demonio montaña es el siguiente.
-Jade: La tragona. Qué horror -dijo con evidente desagrado.
Esto hizo que ambas fueran afuera del templo para meditar y estudiar al demonio que se avecinaba. Viper andaba tranquila, pero Jade, andaba con una cara muy evidente de fastidio y molestia. Recordaba toda su travesura, y su castigo. Venció a Po Kong prácticamente por sí sola, luego de clonarse a sí misma, resultando en que la castiguen por eso, sin televisión, por quién sabe cuánto tiempo. Para nada un buen recuerdo.
Pero al acabar su meditación, y cuando Tarakudo y la mamá de Tohru fueron a ver si estaban bien, casi de la nada, se generó una corriente de viento enorme. Era mucho más que una tormenta promedio. Fácilmente, era el principio de un huracán.
-Viper: ¿Qué es eso?
-Jade: No puedo ver nada.
-Tarakudo: Prepárense para lo que venga.
Todos estaban listos para el combate, pero el viento no les dejaba casi abrir los ojos. Y de pronto...
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-Jade: Un portal del tiempo. ¿Pero quién? -dijo con desconcierto.
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Y al salir, era una guerrera con un casco de motociclista, una espada samurái, y una ropa que a Jade le era demasiado familiar, pero no tenía sentido que alguien usara esa ropa. Además, aún faltaba un buen tiempo para que la utilicen, o siquiera la implementen. Y por si fuera poco, esa persona tenía una espada que tenía la hoja totalmente negra, y solo con girarla, le prendió fuego, para después introducirla en su estuche y apagar sus llamas.
