¿Aceptarías una segunda oportunidad para tener lo que has deseado y te han negado?
Después de que Jackie, Jade, y todo el equipo J se deshicieron de Shendu y Drago, la vida continuaba para todos, en especial para Jade, cuya llegada de un nuevo maest...
Finalizando la tercera semana, en la concepción de tiempo que más o menos tenían, Jade, la Reina, y Tarakudo se reunieron en una sala en la biblioteca, haciendo aparecer afiches de todos los parientes y amigos en una pared. Cada uno tenía sus características y debilidades. Esto empezaría su nuevo reto para ambas. Con los afiches se dieron cuenta de algo: se estaban haciendo más fuertes, pero no podían quedarse ahí por mucho tiempo. Esto le sacó un suspiro a Jade y cerró los ojos, y mientras seguía suspirando, se dio cuenta de algo muy serio: en algún momento debían seguir solas, o sino, corrían el riesgo de que las detengan. Era obvio que el tío y toda su familia la iban a perseguir, detener, y rescatar de la oscuridad que pensaban que la dominaba. Sin mencionar que, para poder seguir por su propia cuenta, debía superarlos a todos sus amigos y a su familia. Bastante ya era seguirles el paso en situación normal, pero siendo la Reina, tenía un objetivo en la espalda. Hasta ahí le había llegado una parte de su dicha por su libertad obtenida.
Ahora es cuando se complicaban mucho más las cosas, y para poder asegurarse un futuro tranquilo, debían superar a cada uno de ellos en sus aspectos de fortaleza. La buena noticia es que el templo les proporcionaba lo que sea que necesiten para prepararse. La mala es que aun si quisieran quedarse más tiempo, estaba el riesgo de que, si la descubrían a Jade y trataban de interrumpirla, quién sabe qué le podría pasar; en algún momento debían volver, y quedarse en el templo no era una solución. Su cuerpo estaba totalmente a la deriva, y si interrumpían el trabajo y la meditación, salir ilesa estaba hasta el fondo de la lista. Afortunadamente, Tarakudo había puesto una protección adicional para que ni el tío ni Tohru detecten la magia oscura que estaba en la habitación de Jade, y que todo aquel que quiera entrar, de ninguna forma lo iba a lograr.
Jade estaba recordando cómo le fue en su primera transformación. Poco más de un día, pero era despiadada, implacable, prácticamente imparable, calculadora, aunque una distracción le costó todo su poder. O eso se pensaba. Ahora era más estratégica, precisa, astuta, y no tenía límite en lo que podría hacer. Siendo humana, burlaba casi a diario a la Sección 13. Siendo la Reina, doblegó a toda la agencia en segundos. Incluso encarceló al capitán Black. Ahora, con su transformación que ya había durado meses y había obtenido tanto conocimiento y poder, era prácticamente imposible detenerla, si es que no era ya imposible.
El único problema, y Jade sabía de eso, es que su familia entera se pondría en su contra y sería una guerra total. Iban a detenerla, o salvarla, de su oscuridad. Pero Jade no era más la niña que detuvieron hace años. Ahora las cosas eran distintas, y Jade estaba lista para luchar y ganar. Estaba mucho más preparada, acompañada, era más inteligente, y su mente y habilidades elogiadas hasta por Shendu, ahora eran aún peores.
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—Jade: Tus habilidades superan tu edad, majestad. Pues ahora lo hacen y mucho más.
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