Capítulo 45.

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Al día siguiente Daniela despertó en el primer instante que comenzó a sonar la alarma, organizó la cómoda y su cama antes de irse a dar un baño; cuando terminó de bañarse escogió su outfit, el clima era completamente despejado y lindo, contrario al día anterior, usó un pantalón acampanado azul claro, una blusa tipo top sin mangas de rayas azul cielo y blancas y unas zapatillas de tacón ancho color blancas, también se maquilló ligeramente como siempre y ya lista se dirigió hacia la cocina, usó un mandil para evitar mancharse y comenzó a preparar la comida con la que recibiría a su mamá, cuando estaba ya todo listo sonó el timbre, se quitó el mandil, lo dobló, lo dejó en una esquina sobre la isla de la cocina y se dirigió a abrir:
- Hola, mi amor. -dijo cálidamente Teresa, la mamá de Daniela mientras se dirigía a abrazarla.
- Hola, mami. -respondió Daniela abriendo los brazos para dejarse abrazar. - Pasa, por favor. -añadió.
- Está increíble tu casa. -dijo Teresa.
- Ay, mamá, ésto es únicamente gracias a tí y a papá. -dijo Daniela mientras cerraba la puerta.
- Esto es tuyo, no de papá ni de mamá, ¿Entendido? -dijo Teresa con ternura esperando que Daniela afirmara que entendía.
- Antes de comenzar, quiero darte algo. -dijo Daniela dirigiéndose hacia su recámara sin siquiera dejar a su mamá responder.
De su recámara tomó una bolsa de regalo y un florero con margaritas gerbera en colores rosadas y rojas que compró para su mamá:
- Cierra los ojos, por favor. -pidió Daniela antes de poner un pie fuera de la recámara.
- Está bien amor. -respondió Teresa cerrando los ojos y tapandolos con ambas manos.
Daniela se acercó hacia su madre, quien estaba en la sala guiándola hacia uno de los sillones para que se sentara y colocando los regalos sobre la mesa pequeña:
- Ya puedes abrirlos. -dijo Daniela.
Teresa buscó la aprobación de Daniela para tomarlos y al tenerla comenzó a abrirlos, dentro de la bolsa encontró primero un cuadro con una foto enmarcada en el mismo, eran los tres integrantes de su pequeña familia: Daniel, Teresa y Daniela. Teresa al ver la foto acarició el cristal que cubría dicha foto, contuvo sus lágrimas y antes de hablar Daniela la interrumpió:
- Hay algo más dentro de la bolsa. -dijo Daniela con emoción y también conteniendo las lágrimas.
Teresa colocó con delicadeza el cuadro sobre la mesa y buscó dentro de la bolsa encontrando justo bajo mil recortes pequeños de papelitos coloridos una pequeña libreta de pasta dura que contenía dibujos muy coloridos de diseños de ropa para muñecas:
- El día que me mudé aquí, venía eso en mis maletas, ¿La recuerdas? -preguntó Daniela.
- ¿Cómo olvidarla? Aquí imaginabas la ropa que le hacías a tus monas, pero ésto deberías conservarlo tú. -dijo Teresa dándole la libreta a Daniela.
- Mamá, es más importante para tí que para mí. Tú y papá siempre me motivaban. -dijo Daniela devolviendo la libreta.
Teresa miró con ternura a su hija y sonrió tiernamente, luego continuó sacando el último regalo de la bolsa, era un suéter suavecito azul cielo, era la copia exacta de un suéter de la mamá de Daniela:
- ¿Dónde lo conseguiste? -preguntó emocionada, Teresa.
- Un buen mago nunca revela sus secretos. -dijo gustosa, Daniela.
El suéter era la copia exacta del que Teresa había perdido hace varios años, el diseño e incluso el color era el mismo, lo único que lo caracterizaba como diferente era la etiqueta y el olor a nuevo. Para Teresa ese suéter representaba algo simbólico ya que por muchos años además de brindarle el calor que una prenda así puede ofrecer era el favorito de Daniela durante sus primeros años de vida. Teresa muchas veces hacía trampa, se colocaba aquel suéter y acurrucaba a Daniela entre sus brazos, la suavidad y el calor de mamá la dormían al instante con un sueño profundo, así Teresa aprovechaba para trabajar desde casa sin su pequeña y linda interrupción que además de demandar tiempo y cuidados demandaba amor.
Teresa abrazó a su hija y le dió un beso en la frente.
- ¿Comemos? -preguntó con timidez, Daniela.
- ¿Qué me preparaste? -preguntó Teresa apretandola más entre sus brazos.
- Pues acompáñame a la cocina.
Daniela justo al centro de la isla tenía todo completamente ordenado, dentro de una charola rectangular había un pollo que ella misma rostizó, con la receta especial que su mamá le compartió, al destapar la charola el delicioso olor llenó de amor las narices de ambas; también en un bowl redondo de cristal estaba la pasta con queso que preparó, dentro de una canasta había pan y una botella de coca cola.
Teresa ayudó a Daniela a llevar todo al comedor:
- Esta cocina necesita una remodelación, perdón hijita, pero está horrible, los antiguos dueños tenían un gusto terrible. -dijo Teresa riendo ligeramente intentando no sonar dura.
- Es cierto, los colores no combinan y por supuesto no es mi estilo. Quizá la próxima vez que vengas ya esté completamente diferente casi todo. -dijo Daniela feliz.

Mientras comían platicaron lo suficiente como para poner al tanto a la una de la otra sobre lo que había sucedido con cada una en todo ese tiempo que estuvieron distanciadas.
Al final del día Teresa tuvo que regresar al hotel en el que se estaba hospedando durante sus pocas “vacaciones” aunque para Daniela fué maravilloso recibir a su mamá al despedirse de ella sintió la misma sensación que tenía cuando era pequeña y sus padres debían irse a trabajar.

Amor imposible.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora