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Dos semana después

—¿Saldrás otra vez?—la voz de Amara me hizo detener mi paso, para luego poder voltearme y verla cruzada de brazos.

Suspire asintiendo.

—Si, tengo que seguir buscando trabajo—dije, devolviendome hacia la sala, para después sentarme en el sofá. Amara se sentó a mi lado.

—Es la quinta vez en la semana, Adara, ¿no crees que debes descansar?

Negué con la cabeza. Ahora eso no era una opción para mí. Desde que Thomas kaulitz había destruido la discoteca en dónde trabajaba, por alguna razón tiempo después la habían clausurado, no había vuelto a saber de Claret, lo había llamado y buscado infinidades de veces y simplemente no daba razones de vida, como si de un momento a otro la tierra se lo hubiese tragado.

Evidentemente había quedado sin trabajo, y por alguna razón no me querían contratar en ninguna discoteca, bar o un maldito casino y eso ya me estaba volviendo loca.

Hasta en una maldita cafetería me rechazaron, porque según ellos no tengo las características que requiere el trabajo.

Si por mi fuera lo hubiese mandado al diablo a esa maldita

Ya habían pasado unas dos semanas desde aquellos sucesos. Dos semanas en los que no ví, escuché, ni supe nada de Tom, y de cierta manera eso me tenía tranquila. Jamás había estado tan feliz de ser un capricho de alguien, y si tenía la suficiente suerte no iba a ver a Tom en lo que me sobraba de vida. O eso esperaba.

—Eso no es una opción.—le hice saber—Nos estamos quedando sin dinero y tenemos que pagar muchas cuentas, Amara.

Ella me miró por unos segundos, para después ponerse de pie y buscar algo entre los cogines del sofá. Me puse de pie cuando comenzó a buscar por dónde estaba buscando. La mire confundida.

—¿Que carajos busc..?—deje de hablar cuando saco una pequeña cajita de los extremos del sofá, para después abrirla y de ahí poder sacar un gran fajo de dinero.

Abri los ojos sorprendida.

—Si el dinero es el problema, entonces aquí tienes—me lo extendió con media sonrisa. Negué con la cabeza.

—¿De dónde mierda sacaste eso?—pregunte, sintiendo un extraño mal presentimiento.

—Que importa de dónde salió. Solo tómalo.

—No juegues conmigo, señorita. Me dirás ahora mismo de dónde sacaste ese dinero—le exigí con voz severa.

—Me lo dieron, bueno, te lo dieron.

—¿Quién?—la presioné.

Ella suspiro, mordiéndose el labio con nerviosismo.

—Tom.

Algo dentro de mi se removió al oír su nombre. Mi corazón comenzó a acelerarse, mis manos comenzaron a sudar excesivamente y ese presentimiento no se iba.

—¿Qué?—casi grite. No podía creerlo—¿Acaso estás loca, Amara? No quiero nada que venga de él en esta casa.

Ella suspiro, pasando sus manos por su rostro.

—Necesitamos el dinero, Adara, si no, ¿como piensas que comeremos?

—Ya lo dije, cuando regrese no quiero ver eso aquí, no me interesa que harás con el, si lo tiras por la ventana o se lo das a alguien, pero cuando vuelva no quiero encontrarlo aquí.—suspire, intentando calmar la inquietud que sentía—Entiende, no podemos darnos el lujo de meter personas como él en nuestras vidas.

In Middle Of The Night; Tom Kaulitz ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora