013

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Tres semanas.

Habían pasado tres semanas desde la última vez que había pisado la casa de Tom. Él no se había vuelto a contactar conmigo, ni un mensaje, ni una llamada, sus constantes acosos hacia mi, nada, absolutamente nada.

Por un lado estaba tranquila, se había cumplido lo que siempre había querido, que él me dejara en paz, pero por otro lado estaba un poco dolida. No sabía porque, pero, de cierta manera ya me había acostumbrado a compañía, a su manera de insistirme, en que no perdiera la esperanza aún si yo lo trataba mal. Me había acostumbrado a él.

De alguna manera mi vida se habia vuelto un poco más interesante desde que él apareció. Había salido de la rutina de todos los días, llenando mis días de acción.

Bufé cansada. Tenía que dejar esos pensamientos, era lo que quería, entonces, ¿por qué carajos me estaba quejando?

Suspire, volviendo a recostarme en la cama.

Eran las tres de la mañana y no había podido pegar un solo ojo. Cada vez que intentaba cerrar los ojos el rostro de Tom aparecía inmediatamente en mi mente, como si de una película se tratara.

Carajo.

Tengo que dejar de pensar en él.

Cerré los ojos nuevamente, comenzando a contar. Decían que eso te ayudaba a dormir, y espero que eso me ayude a mi.

Suspire por última vez, sintiendo mis párpados cada vez más pesados.

                               ∆∆∆

—Adara—unas manos me sacudían, intentando hacerme despertar.

Me removí incómoda, intentando quitarme las manos de encima.

—Maldita sea, Adara, abre los malditos ojos—escuche maldecir.

Frunci en ceño aún con los ojos cerrados.

Los comencé a abrí de a poco, haciéndolos cerrar casi de inmediato al sentir los rayos del sol pegarme a la cara. Cuando comencé a acostumbrarme a su luz, los abrí de nuevo, encontrándome con el rostro de Amara.

Ladeo la cabeza, llegando a mi mente los recuerdos de aquella noche. La noche que lo conocí.

Me incorpore en la cama, viéndola con nerviosismo.

—¿Ocurre algo?—pregunte preocupada.

Ella sonrió, negando con la cabeza.

—No, solo que es la una de la tarde, y tú no haz comido absolutamente nada—mencionó divertida—.No te haz movido de esta cama. Vamos a almorzar, yo invito.

Suspire, acostándome nuevamente, tapando mi rostro entre las sábanas. No tenia ganas de hacer absolutamente nada.

—No tengo ánimos—mencione, sin muchas ganas.

Ella bufó, agarrando las sábanas y destapandome.

Hice un puchero.

—Adara, llevas así como tres semanas, ¿Que ocurre?—me preguntó, viéndose preocupada.

—Nada.

—Adara...

—Nada, encerio no me ocurre nada, solo no tengo muchos ánimos—le respondí con simpleza.

Entrecerró los ojos, sin creerme.

—Salgamos—insistió—y así sirve para distraerte un rato.

—Encerio no tengo ganas, Mara, otro día será.

In Middle Of The Night; Tom Kaulitz ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora