010

1K 87 13
                                    

"Hay veces en las que el cuerpo recuerda lo que la mente no puede"

Prt 2.

—Como quisiera follarte ahora mismo—me dijo, acariciando mis caderas con sus pulgares, acercando su rostro al mío, quedando así a tan solo pocos centímetros de distancia, causandome escalofríos.

Tragué saliva, comenzando a sentirme muy nerviosa.

Había algo en este hombre que gritaba que me alejara, que era muy peligroso estar junto a él. Pero por otro lado sentía que debía quedarme, disfrutando de las caricias que me brindaba. No lo podía seguir negando, aunque quisiera con todas mis fuerzas aborrecerlo y que sus caricias me causaran repulsión, era todo lo contrario, cada vez que me tocaba, mi cuerpo reaccionaba de una manera positiva, como si estuviera familiarizado con él, con sus caricias y eso me resultaba demasiado extraño. Sabía que algo muy raro estaba pasando aquí, y estaba dispuesta a saber que.

Agarré sus manos que aún seguían en mi cintura dándoles suaves caricias a mi cintura expuesta, para después quitarlas con toda la fuerza de voluntad que pude conseguir.

—Solo bailar, ¿Recuerdas?—murmure, hipnotizada por la forma en que me miraba.

Él sonrió, mostrando sus perfectos y blancos dientes, para después separarse de mi, dejando mi cuerpo frío por la falta de su contacto, dejándome un poco decepcionada.

Nunca me hacía caso, y justo ahora, que lo quería cerca de mi, es cuando decide obedecer.

—Solo bailar—repitió, sentándose en un pequeño sillón, alzando sus manos en forma de rendición.

Mire a mi alrededor, viendo en dónde me encontraba. Se trataba de una habitación enorme, con una cama gigantesca, incluso más que la que había visto antes. Estaba pintada de color lila suave, haciendo un lindo contraste entre las decoraciones del lugar.

Eso me confundió. El lila era mi color favorito.

Mire a Tom, quien me estaba viendo atentamente, como si buscará alguna reacción en mi. Arrugue mis cejas.

—¿Cuando vendrán tus socios? Tengo cosas que hacer y estoy atrasada—mentira, no tenía ni una puta cosa que hacer, pero me urgía salir de ahí, ese lugar que en vez de una casa pareciera un lugar de déjà vu.

Tom apretó sus labios, intentando no sonreír.

—Si, sobre eso...—se rasco la nuca nervioso. Entrecerre los ojos con sospecha—te mentí, no vendrá nadie. Solo seré yo. Me tienes que bailar solo a mi, preciosa.

Idiota, idiota. Y mil veces idiota.

Me acerque a él furiosa, sintiendo como la ira iba creciendo a cada paso que daba.

—¿Que mierda, Tom?—siseó, sintiendome como una estúpida.

—Sabia que si te decía que solo sería yo no ibas a aceptar—se defendió enseguida.—Ademas, ¿Crees que iba a permitir que unos imbéciles te vieran así?—me señaló con un dedo—.Lo siento, muñeca, pero yo soy el unico que puedo verte de tal manera—se levantó del sillón, caminando hacia mi, tomándome de las caderas antes de que pudiera impedirlo—y sabía que si te decía que solo sería yo no ibas a aceptar, así que tendrás que vivir con eso.

Me solté de su agarre de un manotazo, furiosa.

—Olvídalo, idiota, no haré un carajo, así que tú plan se fue a la mierda—le escupí con rabia, dándome la vuelta para irme de una vez por todas.

No podía ser más idiota.

—Recuerda que te di una suma de dinero muy generosa para solo un baile—su voz me hizo detenerme en seco—.No puedes irte.

In Middle Of The Night; Tom Kaulitz ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora