In Middle Of The Night; Tom Kaulitz ©

019

La chica abrió la puerta con el corazón en la mano, encontrándose con su hermana inconsciente en los brazos de un tipo.

—¡Dios mío, Adara!—se acercó a ella, sin ponerle atención el hombre.—¿Que carajos le hiciste? Recuestala en el sofá—le ordenó, haciéndose a un lado para que pasara. Él la miro un poco ofendido, pero de igual forma entro al pequeño apartamento, colocando el cuerpo de la chica donde la castaña le indicaba.

—¿Que carajos le hice?—preguntó, incrédulo, terminando de recostar a la pelinegra en el sofá—.No fui yo quie...—se callo a si mismo al voltear hacia atrás, encontrándose con que aquella desconocida le estaba apuntando con un arma. Alzo los brazos, viéndola confundido—Wow, tranquila, linda...

—Alejate de ella. Ahora.—le exigió Amara con firmeza, aún apuntandole. Jay apretó la mandíbula, haciendo lo que le pidió.—¿Quien eres y por que mi hermana está así?

—No creerás que...—intentó hablar.

—¡Contesta las malditas preguntas!—le grito, dando un paso hacia. Jay miró que la pistola estaba a unos cuantos centímetros.

—Bien, ya—negó con la cabeza, para después soltar un suspiro irritado. Eso le pasaba por intentar ayudar a necesitados. Por eso no hacia esas cosas—.Soy Lucas y encontré a la chica siendo golpeada por un tipo. Eso es todo.

Amara frunció el ceño, sin creerle.

—¿Y esperas que te crea ese cuento barato? Oh, si. Tú ibas caminando por ahí, a altas horas de la noche y te encontraste a mi hermana siendo golpeada por un hombre, así que tú, cómo buen samaritano que eres decidiste ayudarla. Claro.—dijo con ironía.

—¡Si! Eso es exactamente lo que pasó. Escucha, me importa un carajo si decides creerme, pero, ¿en verdad piensas que si yo hubiese hecho esto tuviera el descaro de venir hasta aquí y traerla con moñito y todo?—dijo, acercándose un paso a la chica.—Pero está bien, si crees que yo le hice eso a tu hermana, entonces puedes dispararme.

Amara tragó saliva, sin saber que hacer, pero, ¿Quien la culparía? Hace algunas horas había aparecido un hombre con la intención de hacerle daño, así que ella tuvo que matarlo; y después aparece este hombre con aspecto de pandillero, con su hermana inconsciente y brutalmente golpeada, diciendo que la encontró así. ¿Estaba haciendo mal en apuntarle? Tal vez. ¿Bajaría el arma? Definitivamente no. Era mejor prevenir que lamentar.

—Eso no es suficiente.

El chico soltó una exclamación cansada.

—¡Dios, iluminala!—miro hacia el techo, alzando sus manos en forma de suplica. Amara arrugó las cejas ante su actitud, sintiense burlada—.Esta bien, como quieras, linda. Si gustas podemos quedarnos a esperar a que la linda señorita golpeada despierte y nos dé su versión de los hechos. ¿Te parece bien eso?—propuso, señalando hacia Adara. Amara llevo unos segundos su mirada hacia su hermana, olvidándose completamente a quien tenía al frente. Jay aprovecho está acción, acercándose rápidamente a ella, para así poder quitarle el arma en un movimiento veloz. Amara lo miro con temor, para después retroceder unos pasos. Había bajado la guardia—.Siento la brusquedad, es que ya me estaba poniendo nervioso que me apuntaras con esa cosa.

Después de decir esas palabras desarmó la pistola, arrojandola lejos. El chico se sentó en el sillón, cruzando sus piernas.

—Bien, preguntó de nuevo: ¿Sigues creyendo que fui yo quien la golpeó? Digo, te quite el arma, pude disparate en un paradeo.

Amara negó, encogida en su sitio.

—No, definitivamente no.

Jay sonrió.