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—Se está haciendo tarde. Debería irme a casa—dijo la chica, levantándose. De inmediato Amanda hizo lo mismo, agarrándola del brazo.

—Quédate un poco más—le pidió de prisa, cosa que hizo confundir a la pelinegra. Amanda había estado actuando extraño desde que recibió una llamada y eso tenía a Adara alerta.

—No quiero dejar sola a Amara por mucho tiempo—le respondió con sencillez. Amanda miró a Angie, quien de igual forma le extrañaba su actitud.

—Es muy tarde para que te vayas sola. ¿Por qué no esperas a que Tom llegue?—le propuso—.O a Jeremy.

Adara negó, soltándose con suavidad del agarre de la chica, no queriendo parecer grosera.

—Amanda, no quiero parecer grosera pero, necesito irme a casa.

La ojiazul trago saliva, sin saber que más decir para que la chica se quedará. Adara ya tenía ciertas sospechas de dónde podría estar Tom, ya que las insistencias de la chica por no dejarla ir a su casa lo delataba.

—¿Amanda que ocurre?—preguntó Angie con un tono de preocupación, entrando en cuenta que ni su hermano, ni su esposo se encontraba en la casa. Sabía que algo estaba pasando. Amanda le dió una rápida mirada, negando con la cabeza.

—No te preocupes, no pasa nada. Solo que ya es muy tarde para que Adara se vaya sola a su casa.

La nombrada entrecerró los ojos, para después cruzarse de brazos. Bien, si Amanda no iba a decir que pasaba, ella misma iba a averiguarlo.

—Esta bien, me quedaré a esperar a Tom, pero antes, ¿puedo ir a la cocina? Muero de sed.

Amanda sonrió con alivió.

—Claro, te acompaño.

—No. No te molestes, sé el camino. Tú quédate aquí cuidando a Angie.

Angie asintió no muy conforme con eso, pero no dijo nada. Adara sonrió, para después salir de la habitación. Camino de regreso por el extenso pasillo. Bajo las escaleras con sigilo, cuidando que nadie la viera. Se escondió atrás de una columna al ver que dos hombres de Tom se acercaban. Y no pudo evitar escuchar su conversación.

—Tom está metido hasta el culo—dijo uno, haciendo a Adara fruncir el ceño—.Y todo por culpa de esa bruja. Nunca lo ha dejado en paz.

¿Tom estaba metiendo en problemas? ¿Bruja? ¿Hablaban de mi? Eran los pensamientos que recorrían la mente de la chica.

El otro hombre tarareó, compartiendo la opinión de su compañero.

—Debimos matarla cuando tuvimos la oportunidad...

Adara pudo sentir su mundo venirse abajo. Un escalofrío recorrió por todo su cuerpo. Estaba experimentando lo que no sentía desde hace mucho tiempo. Miedo.

¿Tom quería matarla? ¿Por qué? ¿Todo este tiempo fingió gustarle para poder matarla? El corazón de Adara dió un vuelco al escuchar esas palabras. No iba a mentir que le habían dolido, ya que estaba comenzando a querer al chico.

No espero a que el otro le contestará, ya que se dió la vuelta de prisa, para poder buscar por dónde salir de ese lugar sin ser vista.

                              ∆∆∆

Se abrazó a si misma al sentir la ráfaga de aire envolverla. Moría de frío, y esa era una de las pocas razones por las que odiaba el invierno. Simplemente, se le hacía una estación innecesaria, ya que las familias de escasos recursos sufrían por las nevadas intensa que traían dicha estación. Y ni hablar de las tormentas de nieve y siendo sincera no podía entender a las personas que les gustaba el invierno, ya que a su parecer era la peor estación de todas. Y no es que sea alguna turista que no está acostumbrada al frío, al contrario, ella había vivido en Alemania desde hace muchos años. Y aún recordaba cuando su padre la trajo, claro, era una de las pocas cosas que podía recordar antes del accidente. También recordaba que cuando era pequeña le encantaba jugar en la nieve. Esperaba a que las tormentas pasaran para salir a jugar en el patio con la nieve fresca, pero, por alguna razón después del accidente odiaba de sobremanera el invierno. Así que suponía que cuando se fueron sus recuerdos también se fue su tolerancia al frío.

In Middle Of The Night; Tom Kaulitz ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora