"Juega conmigo, vamos a divertirnos"
Encerrado en una habitación donde tú mejor arma es la fuerza que posees, y forjas desde que eres pequeño hasta llegar a la adultez, volviéndose un joven admirablemente hermoso, dispuesto a proseguir en su día a día con alegría, veracidad, queriendo sobresalir en todo momento hasta convertirse plenamente en una persona de bien, amable, cariñosa, preciosa para las demás personas en específico.
Pero también hay muchas clases de personas que te provocan inseguridad, entretenimiento, miedo, terror, angustia, incomodidad, amor, cariño, afecto, cualquier emoción característica del ser humano transformada en el arma más destructiva del mundo...
La traición.
San, un joven de dieciocho años, dotado por la belleza que su madre poseía, sus cabellos eran rojos consecuencia de un desequilibrio genético por parte de su padre, mientras tanto portaba de gran belleza, labios tenuemente rosados, gruesos, apetitosos para cualquier persona que se cruzará en su camino, ojos grises, estos fácilmente podían cambiar a un color diferente, convirtiéndose en marrones, brillantes, atrayentes. Su piel era blanca, pálida, haciéndolo ver increíble a simple vista, su estatura sobrepasaba los 1.85 centímetros, convirtiéndolo en uno de los muchachos más altos de su universidad al cursar segundo año de su carrera como artista especificada en el área de la pintura.
— Cállate, guarda silencio. Aunque no me importa que nos descubran. — La grave voz de San resonó en el interior de aquella habitación, convirtiéndose en eco continuo retumbando sobre sus tímpanos directamente.
Los gemidos que complementaban el choque entre sus cuerpos solamente ambos podían escucharlos, era una habitación pequeña; el armario de suministros. Pero bastante útil cuando se trataba de cogerte al chico más inteligente de la escuela cuando se antojaba, o simplemente sentía gusto por profanar ese interior estrecho, apretado, exquisitamente cálido envolver cada centímetro de su miembro, explorando sus paredes internas a la perfección.
Una extenuante nalgada resonó en el interior. San golpeó con fervor aquel gluteo blanquecino marcando vivamente su mano en colores rojos, apretó, estrujó, clavo sus uñas en el, forjando un agarre fuerte. Su pelvis empujaba bruscamente su miembro de atrás hacia adelante, deslizando cada centímetro de su virilidad. Habían sido contadas las veces en que profano ese exquisito interior, convirtiéndolo en un trofeo, un logro más para el.
Anteriormente había apostado con sus mejores amigos; Mingi y HongJoong al respecto sobre cogerse al chico más inteligente de la escuela, pero esas incontables cogidas se habían convertido en una afición personal, cuando estaba estresado lo buscaba, cuando terminaba de jugar con el simplemente lo botaba. Así eran las cosas.
Su familia al ser adinerada lo controlaba de la peor manera, volviéndose un juguete, algunas veces era comparado con sus otros amigos que eventualmente no eran sus amigos. Si en alguna situación necesitará ayuda o su fondo financiero se fuera a pique, ninguno de ellos lo ayudaría, simplemente decidirían dejarlo botado así nada más como cualquier otra persona del planeta cuando deja de aportarte estabilidad o buena impresión a las demás personas del mundo.
Las embestidas de San aumentaban en ritmo volviéndose constantes, rítmicas, profundas, los gemidos del muchacho eran música para sus oídos, una exquisita música que disfrutaba escuchar en un escenario tan íntimo.
El cosquilleo en su pelvis anunciaba que se correría pronto, con diez minutos más empotrando el cuerpo masculino contra una pared finalmente su líquido preseminal abandono cada centímetro de su virilidad expulsando toda aquella cantidad en el interior masculino, al retirar su miembro este quedó un poco envuelto en esa fluidez, haciéndolo ver húmedo y brilloso. Sujeto su virilidad al despojar su mano por sobre el glúteo impropio intercalando unos cuantos movimientos con su mano bombeando su miembro, dejando salir los últimos chorros de semen que podían abandonar su virilidad. Cómo sucedía cuando terminaba, guardo su virilidad en el interior de sus pantalones y salió de aquel cuarto dejando dentro a dicho muchacho.
— Nos vemos luego, pequeño. — Fueron sus palabras al cerrar la puerta detrás. Guardo ambas manos dentro de sus bolsillos delanteros comenzando a caminar en dirección hasta su salón de clases donde pertenecían su mochila y también las pertenencias propias.
Esa mañana habían tenido un examen importante, como San era inteligente había terminado antes ese examen, su tiempo dentro del aula prevaleció al salir dejando a sus demás compañeros terminar, que mejor forma de matar su tiempo que teniendo relaciones sexuales con alguien que disfrutaba tener una verga enterrada en lo más profundo de su interior. San llevo una de sus manos hacia sus rojos cabellos removiendo un poco ese alboroto a causa del constante movimiento frenético, despejando la visión, sin embargo, mientras se encargaba de eso no se percato en el momento cuando un chico choco efusivamente contra su cuerpo causando que cayera directamente al suelo mientras San permanecia de pie.
— Idiota, fíjate donde caminas. — Frustrado ante ese golpe accidental, abrió sus ojos, al ser grises se convirtieron en marrones.
San agachó su cabeza un instante percatandose de algo. La luz solar hacia un juego importante en ese momento, ver los rayos solares chocar directamente contra la anatomía del menor haciendo resplandecer su tono de piel dejo enternecido al peli rojo, quien curiosamente lo miraba, sin embargo, frunció el ceño una vez más.
— L-lo lamento.. N-no fue mi intención.. — Se disculpó aquel joven, su voz sonaba dulce, tierna e inocente, escuchar esa simple voz lo hizo estremecer, su corazón comenzó a latir a un ritmo mínimo pero latente, haciéndolo sentir distinto.
San abandono al joven desviando su mirada, no teniendo intensión alguna por ayudarlo, mientras caminaba por debajo de los escalones termino por perder de vista al muchacho, volviéndose simplemente un espejismo.
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Diamond "SanSang" [Parte I, II Y III]
Fanfiction¿Porque? ¿Por qué te tapas los oídos? No tengas miedo, estoy a tu lado, estaré siempre. San absorto de atención, un hijo cuyos padres desprecian y evitan a toda costa refugiándose en los estudios, viviendo la vida de divertinaje, salvajes fiestas, s...