¿Porque? ¿Por qué te tapas los oídos? No tengas miedo, estoy a tu lado, estaré siempre. San absorto de atención, un hijo cuyos padres desprecian y evitan a toda costa refugiándose en los estudios, viviendo la vida de divertinaje, salvajes fiestas, s...
El fin de semana, finalmente había llegado, los alumnos de la universidad más prestigiosa de Seúl se preparaban para una fiesta alocada que habían preparado los dos novios más llamativos de aquel instituto; Minho y Taemin. Dos chicos que llevaban saliendo más de dos años, sorprendente cuando se trataba de tener una relación homosexual con alguien del mismo sexo, compartir expectativas altas sobre que la sociedad puede aceptar toda esa clase de relaciones, sin embargo, las cosas no eran así, algunos no se lo tomaban tan bien, ya estaban legalizadas las bocas con personas del mismo sexo, eso era verdad, pero seguían siendo mal vistos entre la sociedad.
Actualmente entre los adolescentes o jóvenes adultos de 18 a 21 años todo eso era normal, nueva era, nueva época, nuevas personas habían llegado al mundo para cambiar cualquier ridículo estándar.
Yeosang había estado trabajando en la cafetería durante su día libre, para recaudar un poco de dinero y finalmente irás a comprar algo decente. Su madre no estaba muy de acuerdo con que saliera solo de casa, menos a plena hora nocturna, ante todo habían llegado hace poco tiempo a esa ciudad, los nervios y ese temor de que algo sucediera mientras no vigilaba a su hijo cuando llegara en la madrugada carcomia sus nervios, pero debía comprender, estaba creciendo, necesitaba su espacio, necesitaba ser libre.
No podía ser una madre estricta que le prohibiera vivir la vida de una forma bonita, conocía la personalidad que tenía a la perfección, siempre había sido alegre, carismático, cariñoso con las demás personas, pero últimamente lo había visto un poco desolado, ido, triste, esa semana sumándose con otra donde Yeosang permaneció encerrado en su habitación le destrozaron el corazón, era la primera vez que lo veía así, le dolía cuando su hijo sufría, todas esas cosas no debían pasarle a alguien tan amoroso como el.
Con sus ahorros recaudados ese día, el día de pago compro un atuendo que quedaba a la perfección con sus debidos accesorios, nunca antes se había comprado ropa nueva, su madre siempre la fabricaba ropa o simplemente iban a la segunda. Tener la dicha de disfrutar vestir ropa de marca que quedaba perfectamente con su piel blanca lo hizo sentir realmente feliz, la camiseta de manga larga verde cubría sus muñecas, dándole ese largo que necesitaba, frente al espejo de su habitación sus pequeñas manos se formaron en puños, ocultandose en el interior de sus mangas, y esa sonrisa tan deslumbrante de Kang Yeosang relució en todo el sentido de la palabra, frente al espejo se sentía una persona totalmente diferente que desprendía seguridad, pero también alegría, con mariposas, brillos y corazones rodeando su presencia.
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Desde el marco de la puerta su madre había derramado algunas lágrimas, verlo realmente feliz en ese momento la ponía sentimental. Yeosang escucho el sonido de sollozos proveniente desde donde se encontraba su madre, encontrándose con la única escena que podía destruir su corazón en millones de pedazos.
Acercándose hasta su madre, con ambos brazos extendidos a cada costado la rodeo por sobre los hombros acurrucandola contra su pecho, esa pequeña felicidad aún permanecia en los labios de Yeosang sin despejar en ningún momento esa sonrisa tan preciosa que tenía. Con mucho cuidado fue separandose del abrazo, y con delicadeza retiró las lágrimas una vez derramadas por parte de su madre con los pulgares.
— ¿Por qué estás llorando mamá? Conoces bien que no me gusta verte llorar, me destruye. — En sus labios formó una especie de puchero que a su madre se le hizo realmente tierno.
Fue el turno de su madre de sujetar sus manos con mucha delicadeza, llevar su mirada hasta su hijo y observar esos preciosos ojos llenos de felicidad ese día. Dulcemente acaricio su mejilla utilizando la yema de sus dígitos, observando con dulzura en su semblante al pequeño que tenía delante de ella, siempre sería ese pequeño niño que llenaba de amabilidad y alegría al mundo con su carisma y amabilidad.
— Es solo.. Me gusta verte feliz, Yeosang, irradias luz cuando lo haces.— En sus labios se dibujo una sonrisa lo suficientemente amplia pero dulce. — Por eso eres mi pequeño ángel enviado del cielo, tengo la dicha de decir que soy tu madre. — Ese beso especial llegó una vez más, antes de que su hijo se fuera a la fiesta que habían organizado algunos alumnos, beso si frente con dulzura despidiendose de su hijo esa noche.
Yeosang se veía precioso, muy hermoso a simple vista, aquel atuendo le favorecía bastante, pero estaba nervioso, por primera vez con el dinero que había ganado pago un taxi, así se trasladaría a la fiesta en la casa de su mejor amigo.
Los minutos pasaron y ese trayecto también, la noche se hizo una misma con el mundo, cubriendo con ese hermoso manto estrellado y la luz de la luna apuntando en direcciones diferentes, desde la esquina contraria podía escucharse a todo volumen la música, vaya, aunque alcazaba magnitudes impresionantes tanto escándalo, conforme iba acercándose la música se hacía cada vez más fuerte, hasta el punto de no escuchar absolutamente nada, para agradecer al conductor tuvo que entregar simplemente el dinero y salir del vehículo, aquel conductor entendió a la perfección a qué se refería, dejando al joven se fue siguiendo con su trayecto.
Los alumnos que fumaban, bebían, platicaban o simplemente se dejaban llevar por el sonido de la música fuera de la enorme casa clavaron su vista en Yeosang, el chico nuevo, el chico que se veía realmente precioso con ese atuendo haciendo resaltar su piel, sobre todo esa marca bastante llamativa que lo hacía ver más precioso aún sobre su mejilla izquierda.
Nerviosamente trato de ignorar todas esas miradas que apuntaban en dirección hacia el, entrar por la puerta principal era como entrar directo en la caja de Pandora, todos los alumnos de diferentes carreras apuntaban su mirada en dirección hacia Yeosang en cuanto entró por la puerta, pero una mirada fue la que sintió más que todas las demás.
Desde lejos, sentado sobre las escaleras junto a sus amigos su mirada se cruzó con la mirada de Choi San, haciéndole estremecer la profundidad con la que lo miraba. Sus mejillas inmediatamente se tiñeron de rojo, Choi San a punto de levantarse y dirigirse hacia el, desvío su mirada al notar que alguien desagradable para el se acercaba hasta Yeosang.
Minho apenas noto la presencia de su mejor amigo lo abrazo del cuello con fuerza, haciéndose notar la felicidad que sentía al verlo ahí esa noche.