Diamond "SanSang" [Parte I, II Y III]

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"Recibir tu merecido"
"No volverse a encontrar"
"Ups has perdido"

Luego de aquel "pequeño" accidente con el padrastro de Yeosang, ambos habían dejado de verse, su relación flaqueba demasiado, y los abusos nuevamente se habían reanudado para él de menor estatura, su madre no podía hacer nada al respecto, si decidía hacerlo las consecuencias eran bastantes, ella también era abusada tanto sexual como violentamente siendo golpeada hasta sangrar.

Compartir mensajes con San era lo único que se le permitirá obtener, ni una simple videollamada para levantar "sospechas" pero la cuestión era que ninguno de los dos podía hacer absolutamente nada, desde que ambos tuvieron ese tiempo para estar solos cada quien por su lado, él padre de San lo invito a formar parte de su negocio como narcotraficante, siendo ahora su mano derecha aunque las consecuencias eran por mucho demasiado menores.

Algunas veces su padre lo llevaba a fiestas alocadas dónde habían incontables mujeres dispuestas a cualquier cosa con tal de vivir una noche con un hombre tan atractivo como San, a pesar de que solía negarse y casi golpear a su padre, no queria morir aún, quería compartir una vida junto a Yeosang, pero, entre aquellas salidas a fiestas alocadas dónde una pistola amenazaba con matarlo, entre las salidas a reuniones de alto mando, entregas, papeleo, presentaciones, contactos, San comenzó a volverse un poco más frío, por fuera, pero por dentro aún extrañaba con todas sus entrañas a su chico.

A ese pequeño ángel que le permitió sentir algo maravilloso cuando nadie más lo hacía, ese pequeño ángel que estaba en sus sueños cada noche, y por quien haria cualquier cosa con tal de protegerlo.

Una noche cuando Yeosang fue abusado, atado a la cama con cuerdas gruesas, sus ojos vendados y varios moretones en su blanco cuerpo, San sintió la sangre hervir por completo, las fotografías que había tomado aquel hombre habían llegado a San por una extraña razón, manifestando la ira más dominante que había sentido en toda su vida.

Un fuerte grito escapó de su garganta, tan fuerte que incluso el guardia que se encontraba en la puerta cuidando a San ingreso casi de inmediato para notificarse que no había pasado nada malo. La puerta de abrió con fuerza, un rápido y eficaz hombre de traje negro con gafas de sol oscuras, cabello corto y complejidad alta pero bien ejercitado ingreso al interior del lugar para ver qué había sucedido.