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"Un paso más"

El fin de semana, muchos estudiantes tenían planeado que hacer cuando llegaran los dos gloriosos días de la semana en que mandabas todo al carajo y te concentrabas solamente en ti. Algunos solían llamarlos "milagrosos" alrededor del mundo habían distintas clases de personas, estaba por un lado, los que tenían trabajo y regresaban tarde por la noche, los estudiantes dedicando su único fin de semana a estudiar, los atléticos, que utilizaban su tiempo libre para presumir su resistencia en el gimnasio, los que asistían a fiestas desenfrenadas para beber y consumir sustancias dañinas. Las personas humildes como lo era Yeosang, quien utilizaría su tiempo libre para aplicar clases a una familia millonaria.

A su madre le pareció una buena idea, Yeosang no solamente sabía cosas básicas, cuando era pequeño solía leer bastante, se había leído todos los libros que ella en algún momento pudo leer, pero debido a las dificultades de su familia su carrera no pudo terminar, por ello ahora estaba haciendo lo imposible, trabajar duro para ayudar a su hijo y que completará su carrera universitaria, el único orgullo que tenía.

— Mamá, debo irme, volveré más tarde, muchas gracias por pedir un cambio de horario y darme los fines de semana, te prometo que ese dinero nos ayudará bastante para nuestro futuro.— En los labios de Yeosang, se reflejaba una pequeña sonrisa, dulce y sincera, mientras sujetaba con delicadeza una mano de su madre, brindandole un pequeño apretón.

— Gracias hijo, por todo el esfuerzo que estás haciendo. Me siento mal cada vez que te veo salir de casa, si hubiera estudiado lo suficiente no tendrías que soportar esta enorme carga.— Tristemente su madre movió la cabeza hacia abajo, entristecida por la situación que estaban viviendo.

Negando con un movimiento de su cabeza trato de tranquilizar a su madre, dibujando en sus labios aquella extenuante sonrisa sincera que solamente adornaba sus labios esa mañana, trataba de tranquilizar a su madre y alejar todos esos pensamientos absurdos que se apoderaban de su cabeza. Acaricio dulcemente el dorso de la mano contraria mirando con ternura a su madre.

— Mamá, estoy orgulloso de ser tu hijo ¿Si? Nunca dudes del inmenso amor que siento hacia ti.— Soltando su mano rodeo con ambos brazos sobre los hombros a su madre dándole un característico abrazo fuerte.

Las lágrimas que estaban amenazando con aparecer dieron un respiro al deslizarse dulcemente sobre las mejillas que su madre portaba, algunas manchas se veian claramente, ella no era tan grande en cuanto a edad, pero tanto estrés, y los constantes trabajos que había tenido la llevaron a tener algunas recaídas, por eso Yeosang buscaba una forma más cómoda de llevar dinero a casa así su madre no sufría todos esos cambios tan frecuentes. Su trabajo en la cafetería le permitía pagar la matrícula universitaria y también aportar cierta cantidad de dinero a casa. Pero ahora ese trabajo nuevo como tutor le estaba brindando una oportunidad de tener cuidado, ayudar a pagar la matricula escolar que su hermana portaba ahora con el dinero ganado bajo las manos de su madre.

Pero verla constantemente devastada, llegando tarde a casa, cansada, sin energía, le daba una clara idea que se estaba esforzando bastante por sus hijos y también su madre, le tocaba devolverle ese enorme favor, cuando su padre decidió abandonarlos su madre conocía a qué se enfrentaba, por eso busco ayuda con su madre quien se la brindo encantada, pero los años pasaron, y los problemas que tenía su abuela empeoraron, no había mucho dinero, aún así, hicieron todo lo posible por ganar lo suficiente, siendo una época bastante oscura para Yeosang y su familia.

Lentamente Yeosang fue separandose del abrazo que compartía con su madre brindandole calor, sus brazos fueron directo hasta las manos impropias sujetando ambas firmemente, en los labios masculinos se dibujo una pequeña sonrisa, sus pequeñas ojos brillaron al ver directamente a su madre, plantó un par de besos en cada dorso.

— Estoy orgullosa de tener un hijo como tú, sin duda sacaste mi fuerza para enfrentar todos los problemas que hay en esta vida.— Comenzó a reír, y fue en ese momento en que Yeosang salió de casa para irse al nuevo trabajo que estaría dispuesto a tener.

Cuando una persona da todo su esfuerzo, en esta vida se le regresan todas las atribuciones que vienen directamente del corazón. Yeosang portaba el más noble corazón que uno como persona debería de tener, aunque sus decisiones algunas veces solían ser apresuradas, pero otras veces se tomaba su tiempo, cuando había necesidad uno debía aprovechar las oportunidades que la vida les estaba presentando. Con mochila en su espalda camino hasta la parada del autobús, donde espero pacientemente unos cuantos minutos a qué pasará, subió, se sentó, coloco sus audífonos sobre sus oídos y escucho música durante todo el trayecto hasta una cuadra antes de la residencia de aquel hombre.

Rápidamente llegó a la cuadra que era, apenas llegó a la esquina pudo percatarse al respecto sobre la residencia que había comentado, era enorme, a simple vista para Yeosang le resultaba fascinante, sus pequeños ojos se abrieron un poco, al presenciar tanta belleza ¿Cómo sería su interior? Seguramente igual o mucho más hermoso.

Hacia referencia a qué estaba viendo una de las octavas maravillas del mundo

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Hacia referencia a qué estaba viendo una de las octavas maravillas del mundo.

Pero ¿Estaría bien con eso? Aquella mansión le hacía pensar que algo no estaba bien, ¿Porque personas tan exitosas estaban buscando su inteligencia para darle clases a su hijo mayor? Muchas personas optan por agregarles más clases o simplemente obligarlos a estudiar más, pero buscarles un tutor es como ridiculizar su posición, no era tan necesario cuando se trataba de la universidad, pero para esas personas parecía ser que lo era.

Buscando estar tranquilo lleno sus pulmones de aire, libero aquel aire en su momento buscando relajarse, ganar experiencia no paraba a nadie, además, si eran personas así debía comportarse como tal, ser lo más educado posible, su madre siempre le enseño a comportarse bien con los demás, a ser amable con sus mayores, pero sobre todo, los valores más importantes que como humanos debemos aprender desde pequeños con experiencias.

Acercándose hasta el porche tocó el timbre de la entrada, un sonido inundó sus oidos provocando un ceño fruncido, relajo sus músculos al escuchar que ese sonido desapareció y sonrió ampliamente con esa sonrisa resplandeciente, frente a sus ojos la puerta principal se abrió mostrando la silueta de una joven al parecer estudiante portando un traje de sirvienta, observó a Yeosang cuidadosamente, haciéndose aún lado le permitió entrar a lo que era aquella mansión ejerciendo una reverencia.

— Adelante joven Yeosang, el dueño nos informó sobre su visita. Puede pasar, le indicaré el camino. — comento aquella señorita con uno de sus brazos flexionado sobre su abdomen mientras el otro dirigía una dirección hacia el interior de aquel lugar.

Al ver un poco del exterior Yeosang estaba dudando al respecto, ¿Sería buena idea? ¿Se vería bien si abandonaba todo y decidía irse a casa? Pero después recordó a su madre, su hermana y su abuela, a quienes debía proteger, todo su mundo.

Así fue como Yeosang, acato las indicaciones de la dulce joven e ingreso a la residencia que lo había dejado fascinado.

Diamond "SanSang" [Parte I, II Y III]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora