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"Diferencias que destruyen el autoestima"

— Es muy amable de tu parte aceptar cenar con nosotros, no muchas personas vienen a visitarme y mucho menos deciden quedarse a cenar, como verás mi casa no es lujosa, es humilde, pero es el lugar donde crecí y cada detalle tiene un lugar sagrado en mi corazón. — Yeosang mencionaba aquellas palabras mientras regresaba con San a casa, ambos traían las bolsas con los ingredientes faltantes entre sus manos, al ser un poco pesadas San decidió dejarle exclusivamente algunas menos pesadas a Yeosang así no se lastimaba sus manos.

— Es un honor para mí poder cenar contigo. No me molesta dónde vives, tampoco lo humilde que pueda ser tu casa, quiero apreciar cada una de las cosas que te hacen feliz. — Sus palabras fueron murmuradas debido a la distancia que ambos tenían entre los dos, teniendo en cuenta sus palabras Yeosang se detuvo cerca de un parque.

Al dar unos pequeños pasos por la arena blanca que dividía la acera, el pavimento, y los demás juegos depósito las bolas más livianas sobre una banqueta frente a los columpios cercanos donde tomo asiento e invito a San a poder sentarse aún lado, así podrían compartir ese pequeño momento.

— Vamos, sientate, tengo algo que decirte.. — Aunque la voz de Yeosang era suave y dulce, tener una conversación seria con el masculino era lo que más deseaba hacer, debía preguntar antes de la cena o su madre terminaría descubriendo lo que San le hacía en la universidad.

Acatando las pequeñas órdenes del menor San dejo aquel pedido aún costado de las bolsas impropias. Tomo asiento aún lado del menor ocupando un columpio libre color amarillo lo contrario al color que tenía Yeosang caracterizandose por ser azul celeste como la pijama que traía puesta más temprano.

— ¿Que sucede? ¿por qué tanta seriedad? — San alzó una ceja un tanto confusa, hace un momento podia ver la alegría brotar de los ojos masculinos, pero ahora ese pequeño cambio lo dejo un poco dudoso al respecto.

El pequeño suspiro que Yeosang dejo escapar del interior de sus labios lo dejo un poco dolido, algo sucedía pero cambiar ese estado de ánimo tan de golpe lo dejaba las que curioso, con una mano liberando el extremo derecho del columpio, dirigió está misma hasta la de Yeosang enlazando ambas una vez más.

— Cualquier cosa puedes decirme, no tengas miedo ¿De acuerdo? — Cuestionó acariciando con el pulgar el dorso de su mano, transmitiendo esa seguridad de que las cosas estarían bien en algún momento.

Sus ojos reflejaban esa preocupación al ver a Yeosang con la cabeza agachada tratando de articular algunas palabras, el silencio entre ambos reinó de una forma incomoda que lo hizo sentirse ansioso al momento, al tragar un poco de saliva buscando una respuesta silenciosa no obtuvo absolutamente nada, más que una espera corta pero desgarrante.

— ¿Podrías decirme que sucede? Me siento ansioso por tu silencio.. — Dió un pequeño apretón a su mano formando una pequeña línea sobre sus labios, esa pequeña espera lo estaba carcomiendo demasiado, de una forma que no disfrutaba del todo.

— ¿Por qué me hiciste eso cuando recién llegué a la universidad? — Con mucha delicadeza la mano de Yeosang ejerció está vez por cuenta propia un poco de presión contra la de San, su tono de voz se escuchaba un poco triste, dar a relucir ese tema lo ponía nervioso, con esa sensación de soledad, sin embargo, para poder avanzar quería aclarar las dudas. — Yo nunca te hice nada... Pero ahora dices que te gusto y eso me confunde mucho.. — Trago saliva sintiendo como está atravesaba su garganta y esa sensación de dolor se instalaba en su estómago como un malestar.

San abandono el columpio, al igual que sus manos se separaron, las palabras de Yeosang habían dado justamente en el punto, pero no quería dejar las cosas sin aclarar, tenía razón, Yeosang tenía razón, lo había tratado mal, fueron muchos días de maltratos, malos momentos, había pasado casi un mes y aún así continuaba molestando para verse bien frente a sus amigos y el que todo lo podía, pero su error más grande fue ese, haberlo tratado mal, sin darse cuenta que podría sentir alguna clase de sentimiento hacia el tan indescriptible.

Alejándose por completo del columpio el masculino se coloco frente al ajeno tomando lugar hincado sobre una de sus piernas frente a Yeosang, entre ambas manos sujeto las impropias observándolo fijamente a los ojos por un momento. Pero Yeosang evitaba mantener contacto visual con el masculino, por mera vergüenza y tristeza al preguntar aquello, se sentía confundido.

— Yeosang, quiero que sepas algo. — Sus palabras fueron como agua helada cayendo sobre el cuerpo de Yeosang, podía sentir las cosas malas venir y caer sobre su cuerpo de forma tan irracional sin ser descritas con anterioridad. — Quiero que sepas que me equivoqué, buscaba la aprobación de mis amigos cuando te molestaba, siempre fuimos los chicos populares, los reyes de la universidad por el simple hecho de que mis padres son millonarios, mi educación siempre fue en casa hasta que decidí salir al mundo, y esos dos idiotas que siempre me acompañan son los únicos que han estado para mí todo este tiempo, puede escucharse irracional, pero son mis únicos confidentes. — Con el pulgar comenzó a acariciar suavemente el dorso de la mano masculina. — Cuando mi hermano llegó yo me encontraba confundido, por qué comenzaste a llamarme la atención aquel día en el campamento ¿Lo recuerdas?— Hizo hincapié en ese momento que había pasado hace algunas semanas atrás. — Le comente a mi hermano lo que hice e incluso que me gustas, el me ayudó a comprender que no debo hacerle daño a la persona que quiero. — Tomo un poco más de acercamiento de tal manera que ambos estuvieran mucho más cerca con San entre las piernas del menor. — No quiero hacerte daño, esa es la verdad, y si debo aprender de mis errores eso quiero hacer, pero ya no quiero causarte daño.— Acaricio dulcemente el pómulo del masculino dibujando una pequeña sonrisa en sus labios.

Una pequeña lágrima abandono el ojo derecho de Yeosang, desviando su cabeza hacia un costado, por un breve instante prefirió no observar a San, procesando cada una de sus palabras al pie de la letra.

— Lo que digo es verdad, nunca le mentiría a mi hermano. Siempre fui algo inseguro con las personas que me rodean, no suelo abrirme mucho cuando se trata de conocer a los demás, al no pasar mucho tiempo con mis padres eso es lo que ocasionó, me fue muy complicado acercarme a los demás, querer llamar la atención en la secundaria es lo que siempre me había gustado, por esa razón me comportaba mal, al llegar a la universidad quería su atención, pero llegaste y pusiste mi mundo de cabeza. — Las palabras de San eran sinceras en todo aspecto, estaba hablando desde el fondo de su corazón, cada palabra, cada gesto decían todo lo que deseaba transmitir en ese momento.

— Yo solo.. — Yeosang trago un poco de saliva, hablar sobre ese tema lo ponía nervioso, nunca fue de tener conversaciones profundas con nadie, mucho menos si se trataba de alguien que compartía esos pocos sentimientos que se instalaban en su interior a punto de florecer como una flor en primavera. — No me gustaría que jugaras conmigo.. — Murmuró aquellas palabras tragando un poco de saliva.

San llevo una de sus manos hacia la mejilla dónde anteriormente había escurrido una lágrima, con la yema del pulgar acaricio dicha zona retirando toda esa humedad recién impregnada, misma posición que le permitió sujetar con firmeza el pómulo del menor obligandolo un poco a inclinarse hacia San, al ser breve aquella inclinación con un movimiento San se acercó hasta que sus labios chocaron entre si, un roce entre ambos belfos, los de San transmitían esa seguridad que podría tener para hacer las cosas bien, Yeosang por su parte estaba sorprendido, sus mejillas habían disparado un color escarlata que cubría parte de su rostro, pero la calidez de sus labios lo hicieron ceder ante ese enlace, sus pequeños ojos rasgados fueron cerrándose correspondiendo inmediatamente a ese beso.

Tan suave, tan cálido, una de sus pequeñas manos por dentro de la sudadera le permitió colocarse sin remordimiento sobre uno de sus anchos hombros como soporte, pero el beso no duró mucho tiempo más que la escasez de unos segundos.

Cuando ocurrió la separación entre ambos, San sujeto su mano, afirmando ese agarre, beso el dorso y se levantó incorporándose con cuidado, al tener sus manos enlazadas se le hizo imposible a Yeosang no levantarse así ambos podrían continuar con su camino. Tanto Yeosang como San se encaminaron hasta la casa del menor dónde los estaban esperando una encantadora abuela adorable y la madre del menor con las cosas necesarias para la cena.

Ambos sonrientes, y encantadores, a San no le molestaba llevarse las bolsas dejando a Yeosang sin nada que cargar, al contrario, disfrutaba ese simple hecho, su compañía.

Diamond "SanSang" [Parte I, II Y III]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora