Amarion

40

El sol en la isla del sur estaba abrasador. Fue aún peor para los Caballeros de la Muerte, la mayoría de los cuales eran del Norte.

Los caballeros se lavaron con agua de manantial y se aplicaron ungüento de menta fresca todas las mañanas, pero no fue suficiente para combatir el calor. Fue aún más difícil luchar contra el Ejército del Sur que los atacaba constantemente.

Pero Víctor se sintió más sorprendido que cansado.

Sus enemigos eran realmente muy débiles. Para él, que peleaba regularmente con los caballeros de Morte, todos los demás eran como espantapájaros. Cuando empuñó su espada, los cuerpos se apilaron a su alrededor en un instante.

Entonces Víctor instintivamente reprimió su fuerza. Quería venganza, odiaba a sus enemigos, pero en un rincón de su corazón estaba Mortheon, quien le sermoneaba sobre el valor de la vida y la caballería. No quería parecer un monstruo ante su hermano mayor.

Afortunadamente, sus caballeros pudieron lidiar fácilmente con los enemigos entrantes. Así que Víctor pasó cada día derrotando al enemigo con moderación.

Sin embargo, la situación en otras islas no era tan buena. Mortheon, que recibió una carta del comando, no pudo soportarlo y estalló en ira.

-Idiotas, ¿no esperaban esto?

-¿Que dijeron?

-Dijeron que nuestros aliados están siendo derrotados individualmente. Tienen menos números que nosotros, pero todos estamos aislados. Enfocan su poder y atacan algunos lugares al día.

Los caballeros gimieron.

La fuerza del Ejército Imperial era que había muchos soldados, pero en este momento no era posible aprovechar eso. Más bien, su poder se dispersó, lo que facilitó el ataque. Mortheon terminó de leer la carta.

-Así que quieren que vayan refuerzos. Para enviar a los caballeros de Morte a la isla donde hay más daño.

-¿Cuándo avanzaremos al continente del Reino del Sur?

-No sé. Parece que el daño a nuestros aliados es mayor de lo que pensábamos.

Víctor frunció el ceño.

Sabía que la operación planeada no saldría bien, pero esto superó sus expectativas. Fue terriblemente incompetente.

Los caballeros estaban resentidos, como si estuvieran pensando lo mismo.

-No puedo creerlo, su excelencia. ¿Cómo podrían decir tal cosa?

-Esto es una completa pérdida de tiempo. Debemos regresar al continente ahora.

-Pienso lo mismo.

Mortheon dejó escapar un profundo suspiro. Parecía más agotado que en el funeral de su padre. Había una sensación de impotencia en sus hombros caídos. Él y sus caballeros estaban siendo desperdiciados en un lugar inútil.

Pero el Gran Duque no se desanimó fácilmente. Mortheon dobló la carta.

-Podríamos ser capaces de convencer al comando cuando la situación mejore. Divide a nuestros caballeros en tres grupos. Una unidad se queda aquí conmigo y las otras dos serán enviadas a otras islas para apoyar a nuestros aliados. Una de las unidades de apoyo está con Víctor...

-Eso no es posible.

De repente, intervino su jefe de personal. Mortheon preguntó sorprendido.

-¿Qué quieres decir?

-No puede enviarlo. El pequeño duque debe quedarse aquí con su alteza.

Mortheon lo miró con el ceño fruncido. No podía entender por qué querían dejar atrás a Víctor.