Amarion

33

El sol de verano se puso rápidamente.

Cenó con Víctor, se cambió y se dirigió temprano a su habitación.

<Las aventuras del caballero errante Dordophin> Volumen 2 estaba sobre la mesa.

Se sentó en la cama y felizmente abrió el libro.

Dordophin, a quien se le había pedido que trajera el veneno de la Gorgona para Flamberge, estaba en medio de su misión.

[La Gorgona gritó cuando Dordophin le pisó el pie.

—¡Caballero loco! ¡Qué es esto!

—Lo siento, estaba tratando de sacar veneno de la serpiente en la parte posterior de tu cabeza.

—¡Solo tienes que preguntarme, idiota!

Ante las palabras de la Gorgona, Dordophin se quedó perplejo.]

Ella se rió. ¡Dordophin no tenía ni idea! El sonido de la puerta abriéndose la hizo levantar la cabeza.

Fue Víctor.

—Estás aquí temprano.

—Estaba cansado.

Tiró su bata y fue directo a la cama.

Ella parpadeó.

Por lo general, se iba a la cama después de hablar un poco con ella.

'¿Tiene alguna preocupación?'

Ella se sentó en silencio junto a él.

Víctor miró hacia el techo y de repente preguntó.

—¿Cómo lidiaste con los ladrones en tu tierra?

Ella pensó por un momento antes de responder.

—No había ladrones en mi tierra. Todos eran tan pobres que teníamos que compartir para sobrevivir. Durante el invierno, reunimos todos los suministros que teníamos y los distribuimos según fuera necesario. Todo era para sobrevivir un día más.

Su ciudad natal, Amari, es una comunidad muy valorada.

Cuando llegaban los monstruos, los niños y los ancianos eran escondidos en el sótano de la finca y protegidos, así como los enfermos y los huérfanos.

Era natural.

De esa manera, los soldados podrían dejar atrás a sus familias y luchar con confianza.

Toda la vida en Amari se había adaptado a su entorno cruelmente estéril.

Los ojos de Víctor la miraron fijamente.

Rápidamente cambió de tema.

—¿Por qué? ¿Tienes que castigar a un ladrón?

—Creo que sí.

—¿No puedes simplemente tratar con ellos de acuerdo a la ley? ¿Qué dice la ley sobre robar en la muerte?

—El ladrón tiene que indemnizar 7 veces lo que robó y que le corten las manos.

—¡Eso es demasiado duro!

Cuando ella gritó de sorpresa, Víctor sonrió un poco.

—Tú fuiste quien me dijo que siguiera la ley.

—Pero es demasiado. ¿Cómo puedes castigar a alguien con tanta dureza cuando no lastimó a otros?

—Es por eso por lo que el Gran Duque anterior siempre los castigaba con una multa y una detención.