Amarion

56

'Pobre tipo.'

Sir Carlz suspiró para sus adentros y ofreció consuelo.

—La duquesa estará bien. Como dije, es el único al que le preocupa que los monstruos la lastimen.

—¿Ella te contó sobre eso?

El caballero se quedó helado.

—¿Cómo...?

Víctor respondió sin prestar atención a su vacilación.

—¿Quién más me ridiculizaría de esta manera si no tú?

—¿Me va a castigar?

—Está bien. Ella se ha ido de todos modos.

Sus ojos dorados se hundieron. Carlz frunció el ceño. Estaba bastante ansioso por la apariencia tranquila de su cruel maestro.

Sin embargo, Víctor simplemente examinó los documentos que le habían entregado. También miró los libros en las manos de Carlz, como si recordara algo.

—Por cierto, ¿por qué no me dijiste que eras cercano a la sucesora de Cataluña?

—¿Qué? No somos nada cercanos. ¡No está cerca!

Al ver al caballero agitar la mano, Víctor finalmente sonrió.

—Sé que visitas su habitación del hospital todos los días. Ya corre un rumor bastante interesante.

—¡No digas cosas raras! ¿Hay algo que nos impida estar solos? Sólo quiero que ella regrese a la capital lo antes posible.

—¿Es ella la 'chica mala a la que le gusta el dinero' de la que hablabas mucho cuando eras joven?

Carlz puso los ojos en blanco.

Este era el mayor inconveniente de tener un amigo de la infancia como jefe.

Fue difícil mentir.

El caballero finalmente escupió.

—... No diga eso delante de Catalina.

El Gran Duque resopló y pasó la página de su informe.

Fuera del gran ventanal, montañas rocosas blancas se elevaban pintorescas bajo el negro cielo nocturno. Y no tuvo más remedio que pensar en cierta mujer. Sus ojos como luna... que lo miraban con desilusión e ira.

'¿Sigues enojada conmigo?'

Víctor cerró sus ojos cansados.

El tiempo que tomó esperar el regreso de Amarion fue cercano a la eternidad.

***

Al día siguiente Amarion se despertó más temprano que nadie. Había llovido toda la noche, por lo que afuera estaba húmedo y oscuro. Se puso una armadura de cuero en lugar de una bata ligera y se recogió el pelo con brusquedad. A partir de ahora decidió vivir como un caballero, por lo que no quería preocuparse por nada más.

'¿De qué sirve esta hermosa ropa? Víctor no está aquí.'

Reprimió esos pensamientos vergonzosos y tocó el timbre.

—Pídale al chef que le prepare un desayuno ligero. Nos iremos tan pronto como termine la comida, así que informa al vizconde.

Los sirvientes se movieron rápidamente con expresiones de sorpresa.

El castillo se despertó y rápidamente se llenó de gente. Quizás Sir Leonard les había avisado con antelación, pero los caballeros se habían levantado temprano y se preparaban para partir. Se reunieron en el comedor y comieron rápidamente.