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Mientras Birkett se estaba desarrollando como música y figura pública (por más que odie esa palabra), Alonso se encontraba en Cuenca, tratando de organizar su vida en una ciudad a la que había llegado hacía poco menos de cuatro años y que a veces, le parecía poco familiar.

"La gente sabía que no era de allí por mi acento, algo que detectaban apenas abría la boca."

Después de graduarse de la secundaria, Alonso mantuvo una hilera de trabajos de medio tiempo antes de empezar a estudiar la carrera: "Fui barista, camarera, recepcionista, vendedora de helados... Todos trabajos que me hacían sentir miserable pero nunca deje de tomar fotos. Mientras mi mundo se desplomaba, yo lo documentaba mediante la fotografía. Era una resistencia contra el tiempo, un instinto. Es por eso, que desde la foto en el metro, o desde la foto de Miranda, silvestre, batallando con Rafael para salir del escenario, supe que para Flores Nucleares mis fotos no sería un antídoto, sino formol".

Soñé que rompíamos espejosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora