Para haber sido optimista, así sea por unos minutos, fue un optimista mediocre. O quizá un pesimista en negación. Es por eso que llamó a Orlando, es por eso que ha guardado dos funditas de ziplock en el fondo de su cajón y juró no tocarlas, aunque esas funditas se fueron vaciando, lastimando sus encías junto con su nariz y tuvo que comprar otras dos más, o unas cuatro más, o unas diez más. ¿Qué importa?
Después del drama de Olivia, su fantasma seguía ocupando un rincón en la sala donde grababan. Miranda no se atrevía a mirarle a los ojos, volvió a su terrible costumbre de contestar con monosílabos a cosas que ni siquiera eran preguntas cerradas. ¿Cómo estás? Bien. ¿Has escrito algo nuevo? Sí. ¿Qué harás después de esto? Dormir. Sabes qué, la otra noche me llamó mi mamá de nuevo y me debatí sin contestarle o no, sé que se siente muy sola con eso de que mi padre sea un imbécil y que le joda todas las oportunidades para tener amigas, y no es que no la quiera pero quiero tomar distancia de esos líos de ellos. Que mal.
No había conversación, confesión o declaración a la que ella no respondiera lacónicamente. Iba al estudio y parecía que todas sus fuerzas desembocaban en el canto. Letras que hablaban de como la banda se había ido cayendo a pedazos. ¿Era así? ¿Así se sentían todos? ¿Alguna vez había sido parte de la banda?
No, Santiago, no estoy de ánimos. No, Santiago, estoy ocupada. Déjalo para mañana. Mi madre se debe estar preguntando donde estoy. Ya sabes como se pone de intensa. Después de esa declaración de que nunca lo dejaría, después de que Olivia fuera eliminada, al menos de manera física, ¿por qué carajo seguía escuchando excusas?
Pasa por el cuarto de Rafael, quien a vivido a puerta cerrada durante la semana. Alguien que nunca ha cerrado la puerta de su cuarto en dos años que han vivido juntos de repente la pasa perpetuamente encerrado. Como sea, la gente cambia. ¿No se lo estará imaginando?
Últimamente imagina varias cosas, que le tocan la puerta del cuarto cuando no hay nadie, un leve sonido de marcado que taladrea sus oídos de vez en cuando, que su corazón se va a desbordar de su pecho, que todos sus amigos lo odian. Solo imaginaciones.
Pero ya rompe con él, te lo suplico por favor. Rafael dice, un poco ahogado pero lo suficiente para que él lo escuchara. Sé que pensaste que la cosa mejoraría y es obvio que no fue así. El man me la pasa interrogándome. Es tortura. Sé que nadie me obliga a estar en medio de las cosas, Miranda, sin embargo heme aquí.
¿En qué vida más solitaria había aterrizado? Quizás nunca había tenido amigos, después de todo, ¿desde cuándo llamamos amigos a personas con las que pasamos una cantidad considerable de tiempo?
Se obligó a empacar. Puso sus funditas de ziplock al fondo de la maleta, tiro ropa sin mucho orden y muchas ganas y puso su guitarra a un lado. Se da cuenta de que, en medio de toda la basura del viaje anterior, aún sigue la navaja que había comprado de recuerdo. No tiene las fuerzas para sacarla de allí.
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Soñé que rompíamos espejos
Fiction généraleLa historia y la caída de una banda de rock y dos chicas cuyo mundo se vuelve a reencontrar después de mucho tiempo.