¿Quién rayos es Olivia Alonso? ¿De debajo de qué roca había salido y porque ahora seguía a su novia como porrista, tomándole fotos y batiendo sus pestañas? Mientras lo pensaba, Santiago se abotonaba la camisa con rabia, botón tras botón contra su piel magullada. ¡Qué mierda!
Aún así con sus mejores ropas, las marcas en forma de media luna en las palmas de sus manos o los moretones que parecían pecas se asomaban. Extrañaba el vacío de la coca, ese pequeño lapso de felicidad antes de la inconsciencia, pero, cuando buscaba el teléfono de Orlando, apagaba la pantalla.
Otro bar donde tocar, esta vez Urdesa. Primero un par de desconocidos leerían poesía llena de lugares comunes bajo luces LED, luego ellos probarían suerte con un par de sus canciones nuevas.
Olivia llega antes que él, la muy desraciada plantando sus garras sobre su novia sin dejarla fuera de su supervisión ni un minuto.
Esta es una mesa privada, le menciona incluso antes de saludarla, si quieres vernos ve con el resto del mundo.
Olivia se encoge de hombros y él hace una mueca de frustración. Rafael llega, conciliador con dos vasos de cerveza. Le tiende uno a la intrusa.
¿Qué pendejada te está diciendo ahora? Chocan sus vasos.
Nada, que tome buenas fotos.
Miranda levanta la mirada de su móvil. Está en descanso vocal. Saluda con un gesto frío mientras él deja su guitarra a un lado del escenario.
Hola, Mirs. Insiste. ¿Puedo hablar contigo?
Ella señala efusivamente a su garganta.
Te prometo que no te joderás la voz por hablarme cinco minutos.
¿No puede ser después de la presentación?
Quiere decirle que no, que es urgente sin embargo se da cuenta de que no tiene un argumento que sustente su afirmación. Tampoco sabía que era eso importante que le quería decir, las palabras en enmarañaban detrás de su úvula. ¿Cuál es la prisa? Niega con la cabeza.
Como quieras.
En el fondo alguien recita sobre como conoció el amor de su vida en una estación de tres.-pese a no haber ninguna en el país.-y que cada vez que fuma un cigarrillo piensa en ella. Tiene que encontrarla para sentirse completo. Lee todo esto directo de las notas de su celular.
Salen los poetas el escenario y llega Flores Nucleares a ocupar su lugar. Cantan tres canciones. Santiago siente una más tediosa que la otra y sale a flote gracias a su memoria muscular. Cuando finalmente conecta con las canciones se da cuenta que ninguna trata sobre él. Es tan obvio y chirriante como una alarma de carro. Todas esas semanas componiendo sin descanso, Miranda buscando en su interior, ¿y no tenía ni un solo pensamiento memorable sobre él para compartirlo con él? La boca le sabe a bilis, las manos le sudan, los sonidos le empiezan a sonar tan raros que afina un poco más las cuerdas de su guitarra hasta romper una.
Nadie parece notar que durante la segunda mitad de la tocada, la única guitarra funcional fue la de Carlos. Santiago se para en una esquina, manos a los costados, como un poste.
Y bueno, ¿de qué querías hablarme? Una Miranda algo ronca aborda a Santiago. Toma pequeños sorbos de agua en lo que espera la respuesta. Deja a la botella a un lado mientras la mandíbula de él está rígida.
Tenemos cinco canciones hasta el momento de las cuales cuatro, CUATRO, fueron escritas este mes y en ninguna aparezco. Santiago sube la voz unas milésimas y ella dio un paso atrás.
¿Era eso de lo que querías hablar? Ella dice con una sonrisa amarga.
¿No te parece importante?
No, no es eso. Miranda se desinfla un poco. Es que tú sabes... yo no escribo de las cosas que me hacen feliz.
Vaya mierda.
¿Qué?
Escribes sobre cualquier cosa menos yo porque te valgo verga. Te vale tanta verga nuestra relación que ni siquiera sé si tenemos una.
Santiago, solo es una mala racha...
Racha que no haces nada para arreglar.
Yo no soy quién anda amenazando a mis amigos o aplastándome en lugar de hablar. Siempre andas con tu cara de perturbado y no dan ganas de hablarte.
Si tan infeliz te hago, Miranda, entonces déjame. Santiago dice las palabras pero no las siente. Apenas las pronuncia quiere un botón para deshacerlas.
No.
¿No? ¿Por qué no? Pregunta con algo de miedo.
Porque no.
La inoportuna Olivia viene por detrás con una sonrisa de hojuelos marcados, lleva dos shots en la mano decoradas con una rodaja de limón y sal en el borde.
¿En serio?
Yo jamás te dejaría.
Y la sonrisa de Olivia se congela lentamente, deja los dos vasitos sobre la mesita y toma las cosas. Rafael lo nota mientras desconecta los instrumentos. Santiago reprime una sonrisa.
¿Qué es tan divertido? Miranda dice concentrada solo en él, al fin.
Pruebámelo.
Ella se acerca a él, aarrastrando los pies. Lo abraza con la cabeza gacha mientras Rafael el pregunta a una Olivia acelerada qué le ocurre. Ver su cara de impresión le resulta más placentero que el abrazo que Miranda le está dando en ese momento. La toma por el mentón y la besa. Agarra su cintura, busca conducirla de manera imperceptible al vestidor que el bar les había ofrecido coordialmente, un baño largo sin ventanas, apenas un poco más grande que un armario. Lo logra, la apoya contra las paredes y levanta la falda de su vestido. La explora con sus manos y entra en ella. Ella se apoya de su cuello, lo envuelve con sus piernas y le pide más cercanía entre gemidos.
Si esa noche no es suficiente para hacer que su relación salga a flote, entonces nada lo es.
Una vez ya vestidos, decentes y preparados salen del cuarto para encontrarse con que sus amigos seguían bebiendo e incluso que habían incluído a los dueños del bar en la mesa. Santiago nota como su novia pasa revista a todas las personas en el local hasta darse cuenta de la ausencia notable.
¿Dónde está Olivia? Su voz es el sonido de un cristal rompiéndose.
Se fue con Rafael, Carlos responde. Creo que no se sentía bien. Te dejó un shot pero Andrés de lo tomó.
Hey, no estuviste para reclamarlo. No hay que malgastar el tequila.
A Miranda no podría importarle menos, se mueve los labios y asiente. No le dice nada a Santiago pese a tenerlo al lado. Toma su celular y se aparta de él. Llama a alguien que no le contesta pese a las múltiples llamadas. Al fin, alguien se digna a contestarla.
Rafael, Hola. Toma sus cosas y corre lejos de él. ¿Está Olivia allí?
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Soñé que rompíamos espejos
Ficción GeneralLa historia y la caída de una banda de rock y dos chicas cuyo mundo se vuelve a reencontrar después de mucho tiempo.