OYH| Katania Stilinski es una chica normal de dieciséis años. Cansada de mudarse continuamente por el trabajo de sus padres, les suplica que la dejen irse a vivir con su primo y tío favorito a Beacon Hills.
Jamás se imaginó las aventuras que har...
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―Estoy agotada.
Me tiré al césped con cansancio, sintiendo el sol golpear con fuerza en mi rostro y el sudor en todo mi cuerpo.
―Tu padre sí que no perdona nada.
Río, estando de acuerdo.
―Siempre queriendo demostrar ser el mejor.
―Claramente saliste a él.
Supongo que se me pegaron algunas mañas de Alex.
―¡Hey, Kata, Erik! ―ambos miramos en dirección a Romina―. ¿Vamos a la cafetería?
La pelirroja me tiende una mano, ayudándome a levantarme y me lanzo sobre ella, pidiéndole que me lleve a upa, haciéndola reír.
―Dale que siempre sobresalis, ya debes estar acostumbrada, rata.
―¡Pero sigo cansándome! —la miro ofendida—. Con mayor razón, siempre doy todo de mi y termino tirada en el suelo. ¡Llévame!
—No quiero.
Abro la boca, viéndola caminar y giro mi cabeza hacia mi rubio amigo, formando un puchero en los labios.
—También estoy cansado, camina como todos.
—¡Pero eres un hombre lobo! Maldito —suspiro con exageración, siguiéndolo cuando sigue el mismo camino que Romina.
El bullicio crece de manera impresionante cuando entramos a la cafetería. Muy pocas son las mesas que están desocupadas, claramente, ya sé está acercando la hora del almuerzo y muchos son los que tienen tiempo libre para comer.
Incluso después de 4 meses, ver todo el establecimiento que mi familia levantó (con ayuda, claro) me hace sentir orgullosa de poder tener el apellido Müller. Es grandísimo, casi como la preparatoria en Beacon, un poco más grande y con más ventanales. La comida es deliciosa y hay de todo.
—¿Dónde está Romi? —le pregunto a Erik cuando llego a su lado y no encuentro a la de cabello rojo teñido.
Ya quisiera ella tener ese color natural.
—Dijo que nos trae ella de comer. Que mejor busquemos donde sentarnos.
—¿Podrá con tres bandejas?
Intento buscarla entre el tumulto y la fila para elegir la comida, pero no llego a ver nada.
—Es Romina, podrá con eso.
No miente. Esa chica es impresionante, tiene veinticuatro años y fue criada en un circo en Argentina, es huérfana, pero los dueños del lugar la acogieron y cuidaron como una hija. Descubrí que se enteró de esto gracias a mi Tío Dick cuando estuvo en una de sus misiones allí y por coincidencia sus caminos se cruzaron. También es una mujer loba, como Erik, y al enterarse de lo que hacíamos tomo la decisión de intentar unirse. Al igual que Erik, tuvo que esforzarse más que otros al ser una desconocida y no tener algún lazo sanguíneo con las familias principales.
