—¿Cómo que están muertos? —preguntó Ricardo. Su rostro reflejó desconcierto y un deje de penas—. ¿Quién más está aquí contigo?
Keitha intentó erguirse, pero le fue imposible. Su cuerpo apenas le respondía para mover los labios y hablar. Se encontraba agotada. Su mente rememoraba el caos, el miedo angustiante que le transmitió aquella presencia que les había atacado. Intentó ser fuerte para, al menos, poder darle una explicación a Ricardo.
—Vanila y Armen... —dijo ella con la voz quebrada—. Intentamos superar las pruebas del templo. Pudimos salir vivos de una sala, y pensábamos que habíamos logrado terminar las pruebas, pero no fuimos capaces de prevenir lo que nos esperaba aquí.
—¿Dónde están ellos? —preguntó Ricardo. Echó un vistazo a su alrededor, pero toda la sala se encontraba patas arriba; como si un vendaval hubiese inundado el sitio por completo.
Keitha negó con pesar en su corazón.
—No me hagas repetirlo, por favor...
Ricardo suspiró.
—Está bien, Keitha. Descansa. No te preocupes, veré que puedo hacer.
Ricardo se colocó de pie y contempló a Keitha en el suelo durante un momento. A pesar de encontrarse en un estado preocupante, por alguna razón comprendía que no corría peligro de ningún tipo. Recordó las palabras de Mayo.
«—Tienes que entender, Ricardo. El destello de alma es algo así como nuestra vitalidad. Si eres capaz de percibir el destello en cualquier persona, sin importar si lo han liberado o no, sabrás de inmediato su estado vital».
«—Es difícil. No sé cómo hacerlo...».
«—Debes tener una mente calmada. Es la única manera. Sin importar los embates de la vida, debes de permanecer sereno y pacífico. Encontrarás la forma de percibir el destello en alguien si tranquilizas tu mente. De esa manera, tu alma entrará en equilibrio y podrás concentrarte en el alma de los demás».
«—¿Así encontraré el alma perdida?».
«El portal que permitía la comunicación entre Ricardo, Mayo, Mel y Kara se achicó un poco. Mel se aproximó para continuar hablando».
«—Exactamente, Ricardo. Mi destello ha sido arrebatado, y como te he dicho, ahora mi alma está perdida en el mundo. Deberás encontrarla si queremos evitar que las cosas empeoren».
«—¿Y cómo la encuentro? —preguntó Ricardo—. Quiero decir, suponiendo que soy capaz de percibirla. ¿Cómo sabré que es tuya?».
«—Por ahora vas a tener que guiarte por el color. La frecuencia importa quizás un poco más, pero dudo que llegues al nivel necesario para percibirlo. Si bien, es sabido que existen almas de colores similares, por ahora, con lo poco que sabes... guíate por el color del destello».
El color en el destello de Keitha era de un tono verde débil, pero según las partículas que Ricardo ahora era capaz de percibir, como luminiscencias recorriendo el interior de su cuerpo, persiguiendo una red interna invisible para los ojos normales, todo en Keitha parecía estar en orden.
Pero no era su destello el que buscaba.
Se sintió un poco culpable por abandonar a Keitha en la cima del atril, pero ahora el tiempo apremiaba más que nunca. Según las palabras del Guardián, que convivía dentro del cuerpo de Mel, tenía que encontrar su alma cuanto antes.
Por un breve momento, mientras se adentraba a la zona más recóndita de la cámara, una cámara completamente vacía, su mente recordó a su esposa Kara... y las últimas palabras que se dijeron bailaron por su mente.
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DESTELLO DE ALMAS : UN ALMA LIBRE LIBRO 1
DuchoweFantasía contemporánea - Aventura - Comedia - Romance LGTB - Emotiva - Épica - Original Una noche de trabajo como cualquier otra, mientras transitaba en la ruta junto a su mejor amigo, Ricardo vive una experiencia mística que le cambiará la vida cóm...