||La imagenes originales de la portada no me pertenecen ni tampoco ninguna que aparezca en la historia||
||La portada sí que está editada por mi cuenta||
Basada en la franquicia de The Pokémon Company, de ahí provienen todos los personajes. [Game F...
Akari se paralizó al ver al mismo ser de aquella vez, los mismos ojos rojos, la misma apariencia serpentina y la misma sed de sangre que recordaba de aquel día: el incidente de Volo.
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Estaba Giratina, viéndola fijamente después de instalarse en un lugar en concreto.
El dragón solo se quedó ahí, quieto, con el fin de penetrar el alma de la entrenadora con su mirada. Mientras esta pensaba en alguna manera de escapar, por mucho que supiera en su interior que sería capaz de hacerlo junto a Sabi.
— "¿Qué puedo hacer...? De verdad no hay alguna manera de escapar...?" — pensaba la chica, evitando la mirada del dragón — ¿Y dónde está Volo...? Desde que me despierto no he sentido su presencia..."
— Uh...
Akira se asustó al ver frente suyo a otro entrenador presa de las alas de Giratina, este estaba despertando igual que lo hizo ella, y desconocía completamente el lugar en el que se encontraba.
— ¿Dónde estoy...? — dijo, medio inconsciente.
El chico era Ash, que hace poco fue capturado por Volo, y al parecer se levantó delante de Akari, Sabi todavía seguía inconsciente, solo estaban ellos dos, en medio de una ciudad colapsada, atrapados y siendo observados por el Pokémon legendario.
El azabache se fijó bien en la cara de la entrenadora, se confundió a la vez que se confundió.
— ¿Dawn? Que haces aquí? — confundido.
— Em... no sé de que me hablas, ¿quién es Dawn? — confusa.
— Ah, eh... lo siento, te confundí con una amiga mía, ¿quién eres, y dónde estamos? —.
— No es momento para hablar de eso, tengo que decirte una cosa muy importante — nerviosa.
— ¿El que?
— Pase lo que pase, no le mires los ojos al dragón —.
— ¿Dragón? — empezó a alzar la cabeza.
— ¡Detente! — gritó.
Pero Akari no lo pudo evitar, Ash hizo contacto con la mirada maligna de Giratina, jamás había visto un ser tan grande, tan oscuro y tan maligno desde cerca, y como si fuera un ataque invisible a la vista, el entrenador azabache recibió un ataque al corazón y se desmayó.