Arrepentimiento

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Se supone que Alexander debía prepararle las cosas para la fiesta. Entró a la habitación y le sorprendió ver a Henry hablando con John, mejor dicho, consolándolo por algo. —Lo lamento por la interrupción- murmuró y sintió sus piernas temblar. Tal vez John le estaba contando a su padre lo que había sucedido de buena mañana.

—No pasa nada, espera un momento fuera— Alexander hizo aquello y después esperó hasta que Henry pasó y, ya que lo vió deseoso de recibir alguna explicación le contó un poco a Alexander. —Solo está un poco desanimado por la fiesta de esta noche. Intenta que se lo pase un poco bien, ¿sí?

Aquella fue la misión de Alexander durante el resto de la tarde: divertir a John. Cabe decir que se veía muy guapo en traje. Tuvieron que aguantar de pie toda la recepción, fue horrible. Hamilton estaba al lado de John esperando durante las dos horas, incluso al propio Alexander le iban a hacer falta muletas o un bastón para apoyarse todo ese maldito tiempo.

Vio a Elizabeth y se puso mucho más contento. Lo único que le daba rabia es el hecho de no poder disfrutar la velada con ella por culpa de su trabajo.  John también parecía entusiasmado hablando con otra chica de hermosos rizos rubios. Se preguntó si a caso ese era el nuevo amor del de ojos azules porque, recordemos que era raro ver a John hablar con alguien. Incluso cuando necesitó sentarse la chica fue con él. Aquello le dió algo de libertad a Alexander para estar con su amada Elizabeth.

—¿Amor?— Dijo la de ojos oscuros viendo a Alexander algo hundido en sus pensamientos. —¿Estás bien?

—Sí, solo me desespera este hombre— dijo viendo a John a una distancia prudente. —Anoche le hablé un poco mal. Creo que está molesto conmigo.

—O le falta una pinza. Ya te darás cuenta.

—No veo por qué. Sólo es despreciable, arrogante... cómo la mayoría de hombres así.

—Y como su padre se convierta en presidente no quiero imaginarme— respondió Elizabeth viendo que John se levantaba y se marchaba con la de cabello rizado. —Creo que tienes que ir con él.

—Ven— dijo Alexander timando su mano y fue detrás de John. —Tal vez quieren liarse, deberían estar solos, pero no seré yo quien va a desobedecer a su padre.

—No sería ninguna novedad. Las lleva a todas babeando— murmuró. —Ya lo dijo Francis. Antes tenía esa sonrisita burlona insoportable.

—¿Sí?— Preguntó Alexander sorprendido.

—Sí, ya no. Está un poco chalado desde la muerte de su madre. Mejor. A ver si se le ha quitado un poco lo mujeriego— murmuró Elizabeth.

—¿De qué murió su madre?

—Cáncer— respondió la chica. —No me acuerdo de que.

—Creo que solo quiere salir al jardín— murmuró Alexander y efectivamente, John solo fue a conversar con la chica en un banco del jardín. Al parecer ella si cumplió la promesa de acompañarlo al jardín.

La noche estaba yendo demasiado bien. De hecho, cuando el ponche empezaba a hacer su efecto en la gente y animar el ambiente con algunos champanes caros y esas cosas de pijos, Henry le cortó todo el rollo. —Es hora de que John vaya a descansar— le dijo y entonces, Alexander tuvo que despedirse de Elizabeth.

Acompañó a John hasta su habitación, no parecía tampoco muy contento, aunque no molesto. No le importaba esa fiesta. Estaba contento de llegar a su habitación y poder descansar. Mientras, Alexander envidiaba en lo más profundo el seguir en aquella fiesta. Escuchaba la música desde la habitación de John y se miraba al espejo: iba demasiado elegante como para acostarse tan temprano.

No era tan fácil como dejar a John durmiendo y volver a unirse a la fiesta. Debía prepararle un baño, un pijama, ayudarle a deshacerse el peinado, luego cepillarle el pelo (aunque la mayoría de veces el mismo John pedía hacerlo). También tenía que asegurarse que se había tomado los medicamentos y que estaba más que listo para dormir.

Pronto la situación cambió bastante. Alexander ya no recibía órdenes cuando Henry se marchó de campaña por Estados Unidos. Ahora era John quien tenía que mostrar sus necesidades. Al principio lo llevó bastante mal, Alexander no entendía sus necesidades. Aquello le afirmó que John seguía siendo muy raro para él.

El Ayudante De Cámara PERFECTO | LamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora