No es fácil el amor

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Llegaron las vacaciones de verano. Con ello dos cosas: la llegada de Henry a finales de verano y todo el tiemoo libre de Alexander. —He traído hermosas rosas para mi hermoso chico— dijo Alexander con una sonrisa y John se levantó contento a recibirlo con unos besos.

—He hablado con mi padre. Le parece increíble la idea de mis diseños. Dice que hablará con un director de moda que conoce para que me ayude y gestione algunos asuntos.

—¡Oh, qué fantástico! No sabes cuánto me alegro— dijo abrazándolo sin mucho cuidado. A veces eso asustaba a John, pero Alexander lo agarraba fuerte y nunca se desequilibraba. —Baja aquí, farola, no puedo darte un beso en condiciones.

John le hizo caso y se acercó a su pecoso rostro. Se dieron algunos pares de besos. Estaban contentos de aquello, sin embargo John tenía una mala noticia. Antes de que la dijese Alexander había notado algo distinto en su forma de ponerse de pie. —Tengo algo entumecida la pierna desde esta mañana. Mi padre ha hablado con el médico. Dicen que debo ir mañana al hospital a ver si todo está bien.

—¿Estas nervioso? Sé que no te gusta ir.

—Un poco. Me dan miedo todos esos aparatos. Quieren hacerme una resonancia.

—Será largo, pero estaré ahí. Todo saldrá bien y volveremos a casa. Entonces tú y yo saldremos al jardín y te prepararé un picnic.

—Eso suena tan bien— dijo John. —No sé cómo puedo agradecerte.

—Solo sonríe. Es suficiente, Jack— respondió con una sonrisa. —Hago mi trabajo y soy tu amigo. Eso es todo.

—¿Cuando me recupere y esté operado vamos a viajar mucho?

—Sí, precioso. Todo lo que quieras...— respondió aceptando el abrazo que ofrecía el mayor. —Quería preguntarte sobre la tutoría de tu padre. ¿Aún te sientes tan mal?

—Tengo asuntos conmigo mismo. Eso ahora no me importa. Él sabe que es mejor para mí.

—¿Está seguro? Yo solo sigo sus órdenes. A veces creo que hay cosas que mereces saber y decidir— dijo el pelirrojo.

—A veces estoy muy triste. Nadie puede hacer nada por ello. Mi padre trata de consolarme y me siento mejor cuando no tengo tantas obligaciones. Es más fácil manejar mi situación siendo como un niño. No estoy listo para tener tantas responsabilidades.

—Lo sé, pero yo creo que algún día estarás listo. Debemos trabajarlo poco a poco.

—Me da miedo el mundo adulto.  He perdido casi toda mi adolescencia y mi juventud en hospitales y médicos. Siento que debo pasar de niño a adulto y eso no me gusta.

—Lo entiendo perfectamente. Además, debes considerar que tú salud tampoco es la mejor ahora mismo como para afrontar una vida llena de responsabilidades.

—¿Por qué dices eso? Pronto estaré mejor.

—No, nada. Solo lo digo por la pérdida de peso. Estos meses has adelgazado mucho. Te veo un poco débil algunos días— afirmó Alexander y se le hizo un pequeño nudo en la garganta.
—¿Pasa algo?

—Solo me pone un poco sensible pensar que alguien a quien quiero está pasando un mal momento— afirmó Alexander. —Últimamete solo duermes. No tienes fuerzas para salir a pasear...

—Hay días que me siento mejor. Mañana el doctor seguro me ayudará. Hoy me siento bastante bien— afirmó John con una pequeña sonrisa y le dió un beso en los labios. —Te quiero mucho.

—Yo también. No sabes cuánto— afirmó devolviéndole el beso, pero para ello tuvo que jalar un poco del cuello de su camisa. —Te amo.

Los besos empezaron a subir de tono con sutileza. Pasaron de ser dulces a algo más pícaros. Se sentaron en la cama por más comodidad. John no quería andar sosteniéndose de todo. Besó el cuello de Alexander que disfrutó aquel acto. Era muy placentero sentir los labios de John y como con sus brazos lo acercaba a su cuerpo. —Jack— dijo el pelirrojo dejándole un beso en la mejilla. —Hoy estas muy bonito. No te lo imaginas.

El Ayudante De Cámara PERFECTO | LamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora