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—Buenos días— dijo Alexander despertándose y poniéndose rápidamente en pie para empezar la rutina, aunque un poco distinta aquella vez. Había dormido en la habitación de John, muy bien, de hecho.

Era especial porque no solía hacerlo. Pensaba que debía ser más incómodo para él dormir con alguien. Se había despertado varias veces en la noche, tanto tiempo en una posición le provocaba dolores musculares. Alexander apartó las cortinas y John suspiró antes de levantarse. Hoy tocaba ir al médico, por lo que no habría desayuno ni alguna actividad por la mañana. —Tienes que tomarte una pastilla más hoy— aseguró Alexander preparándolas. —Es para que estés tranquilo.

—Entonces de estas me vienen bien de vez en cuando— afirmó viendo el jersey que anoche había preparado Alexander.

—Muy gracioso. ¿Estás nervioso?

—Sí— respondió John. —Solo quiero saber que me dicen— respondió John. —Hoy me siento un poco mejor que la semana pasada, aunque me duele la pierna...

—Yo te veo con mejor cara— aseguró dándole un beso en la frente.

Por primera vez en mucho tiempo habían tenido una buena noticia. El tumor no estaba avanzando tan rápido como estaba planeado y todo gracias a la medicación.  Ahora iban a someterlo una vez cada tres semanas a radioterapia y con suerte se haría más pequeño.

John estuvo de mejor humor con esa noticia, incluso había subido dos kilos, cosa que estaba bastante bien. Por la noche fueron a la ópera, como los viejos tiempos y, ya que estaban terminaron saliendo de fiesta, esta vez sin beber.

—Hola, Jack— dijo Alexander captando su atención de nuevo en mitad de la discoteca. Se supone que estaban bailando (mejor dicho hablando en la pista de baile porque la de bailar John no podía mucho). —¿A quien miras tanto? No estarás mirando a otros chicos, ¿no?

—No— dijo John dirigiendo la mirada de nuevo a Alexander. —Olvídalo— afirmó. —Creo que he visto a alguien que conozco.

—¿Sí?— Dijo el pelirrojo dándose la vuelta pero no vio a nadie. Aquello pasó como un pequeño momento de la noche que, rápidamente olvidó el pelirrojo. Se fueron hacia una esquina y pidieron algunos refrescos.

—Me han dado fecha para el desfile— aseguró John. Todo iba bien le habían recomendado volver a hacer vida normal, en esa situación había que mantener una buena actitud.

—¿Sí? Eso está genial. ¿Por qué no te vuelves a pensar lo de la universidad a distancia? Te veo de buen humor y... Ya sabes que dijeron que puedes hacerlo poco a poco.

—Es una decisión importante. Tengo que pensarlo. Tú no pareces muy ocupado con la universidad...— dijo John y Alexander levantó los hombros.

—Me esfuerzo un poco todos los días y ya. Si atiendo se me queda bastante— aseguró el pelirrojo. —Así puedo estar contigo después.

—Entonces tienes que ser realmente bueno, porque es muy complicado.

Es cierto que algunos días estaba más ocupado, y puede que su motivación en aquel momento fuese ver mejor a John antes que ser el mejor de toda su generación de graduados. Con ir bien era suficiente, se había vuelto más humilde. —Te quiero, ven aquí— Dijo John sentándose en la cama con cuidado y Alexander se sentó a su lado.

—Yo también, me alegra que hayas vuelto.

—Lo estoy intentando. Veo un poco de esperanza— aseguró el rubio. —Quiero volver a divertirme hasta mi último día.

—Sabes que estoy para lo que necesites.

—Solo quiero que te quedes aquí, como siempre — añadió acariciando el muslo de Alexander. —Sé que tú no te irás.

El Ayudante De Cámara PERFECTO | LamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora