[4] Clemencia

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Han pasado dos años, los Morga se marcharon hace un tiempo y con ellos se fueron mis sentimientos y corazón

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Han pasado dos años, los Morga se marcharon hace un tiempo y con ellos se fueron mis sentimientos y corazón.

Mis pensamientos solo los ocupa Recce que incluso no puedo concentrarme algunas veces por divagar.

Solo fue amable.

La puerta suena y doy un respingo en mi silla para dejar la piedra roja en la mesa.

— Adelante.

Miro hacia la puerta cuando esta se cierra, mi madre luce demacrada y con los ojos llorosos. Me levanto para ir con ella la cual cae de rodillas y sujeto sus mejillas con delicadeza.

— ¿Madre, que sucede?

Sigue llorando y sujeta mis manos con fuerza. — Tu hermano, Omer, se ha declarado rey de Egipto.

Suelto las manos de mi madre, mi mandíbula se tensa. Su llanto empeora cuando me alejo y camino a la puerta.

Mi vestido es jalado y volteo al ver a mi madre llorando negando arrugando mi ropa entre sus manos.

— ¡Por favor! Perdónale la vida a tu hermano. — Ruega y mi corazón se estruja. — ¿Rogarías así por mi? — Me mira entre lágrimas y arrebato la tela de sus manos. — Debe morir. Esa es la ley.

— ¡Es tu hermano! — Me grita contra el suelo y toco la puerta con algo de fuerza la cual abren de inmediato. — ¡Meryem, es tu hermano! — Grita de nuevo.

— Precisamente porque es mi hermano le di muchas oportunidades madre, le di a mi hermano tiempo para corregir sus errores y lo mande a Egipto por lo mismo. No ha funcionado fue suficiente.

Salgo de ahí con la cabeza en alto, todos me hacen una reverencia y abro la puerta de la habitación de mi hermano.

Vacío.

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