[12] Amenaza y dolor

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Veo a Sara salir de su habitación, la tomo del cuello poniéndola contra la pared con una sola mano metiendola nuevamente

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Veo a Sara salir de su habitación, la tomo del cuello poniéndola contra la pared con una sola mano metiendola nuevamente.

— Mi Sultana...

Veo como todos nos miran con atención y aprieto la mandíbula — Déjennos solas. ¡Rápido! — Grito y todos se van casi corriendo para regresar mi vista a Sara.

— Así que eres tú. — Sus ojos se llenan de lágrimas — Yo fui quien te trajo hasta aquí, te cuerdas de ese día ¿cierto? Tenias tus manos atadas y estabas sufriendo. — Aflojo un poco mi agarre.

— Y yo estoy agradecida, pero nadie sabría que esto sería así. Esto es un juego del destino.

— El destino. — La suelto y me río sin gracia alguna — ¿Destino? Con que así explicas esta traición.

— Sultana. — Le volteo el rostro de una bofetada.

— Eres una serpiente despiadada. A pesar de mis buenas intenciones. Tú. Te callaste y escondiste la verdad. Tú solo me engañaste. Nunca lo pensé pero tenía la sospecha de que Alex me engañaba.

— Yo no quise que fuera así — Responde llorando. — Debería habérselo dicho antes, así yo no me avergonzaria ante usted.

— Solo una mujer con dignidad estaría avergonzada no una carente de moral como tú.

— Créame no tenia otra alternativa. Estaba obligada a callar.

— Y resulta que ahora estas obligada a hablar ¿No es cierto, que harás ahora? Suplicaras perdón, vas a pedirme misericordia — Me burlo.

— No vine a mendigar perdón y tampoco misericordia, puede hacer conmigo lo que quiera, no puede ir en su contra no tengo ese poder. — Me mira a los ojos — Solo me aferro al amor que tengo hacia el ministro.

Me acerco a ella un poco más y la sostengo del cuello con coraje, mis dos manos la aprisionan hasta dejarlas de rodillas.

— Amor. ¡A quién demonios le puede importar tu amor! — Le grito — ¡Tú eres una cobarde, te escondiste durante años en un sucio rincón oscuro lleno de ratas! — Ejerzo más presión disfrutando el pánico en sus ojos.

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