[19] Regente

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Siento que Meryem está a punto de sumergirse en la locura, no sale de la habitación que era para nuestro muñequito

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Siento que Meryem está a punto de sumergirse en la locura, no sale de la habitación que era para nuestro muñequito.

Me froto las cien con inquietud, he llorado por horas al igual que ella por esta desgracia que nos sucedió. Salgo de  la cama para darme un baño y arreglarme, he tenido suficiente de esto.

No podemos estar sumergidos en la tristeza y agonía al menos ella no, el pueblo y la gente habla. Si las cosas siguen así se que van a querer una explicación de por qué no hay una campaña después de tanto tiempo.

— Joven Recce — Sumbul entra y me hace una reverenci. — Gracias a Alá de ha levantado y vuelve a ser usted.

— No me queda de otra, si no soy el pilar de Meryem ¿Quién lo va a ser? — Me miro al espejo acomodando mi camisa.

— Solo Alá sabe que la tragedia que hemos pasado nos ha golpeado más de lo que pensábamos. La sultana no nos permite entrar, nos hecha apenas entramos la última vez que la vi fue en el patio principal reclamando al cielo por quitarle a su hijo, después calló un rayo en la carpa.

— ¿Cómo está ella?

— Mal. Abraza las prendas de nuestro príncipe que Alá lo tenga en su reino.

— Amén — Susurro. — Sumbul que preparen las maletas estar en Londres nos hace daño avísale a mis padres que nos alcancen en Turquía no voy a permitir que mi mujer se siga ahogando en esto. — Suspiro.

— Como ordene. — Hace una reverencia y sale del lugar.

Tomo un poco de agua y veo el anillo que me regalo Meryem cuando tenía diz años, salgo de mi habitación y camino hasta llegar a la de Elijah.

Mi mandíbula se tensa al escuchar sus soñosos, sus lamentos desdichados me rompen el corazón en pedazos.


Abro la puerta y la veo arrodillada en la pequeña cuna ya preparada, las almohadas están repartidas por el suelo, el espejo está roto. Ella está rota.

Me acerco para poner mi mano en su hombro, la toma sin dejar de llorar. Me agacho hasta voltearla, no me gusta lo que veo. Sus ojos hinchados y completamente rojos, su cabello desaliñado me hace abrazarla con fuerza.

— Es hora de regresar a Londres, no podemos quedarnos más tiempo aquí, no voy a permitir que te hundas. Es momento de que nos volvamos a levantar.

— No puedo. Siento que muero Recce. Siento como si me hubieran arrancado el alma.

— No tengo palabras para consolarte Meryem, la muerte de un hijo nunca se va a superar eso lo sé perfectamente. Te acompaño con este sentimiento, te doy todo mi cariño, esperando que esto ayude para superar este momento tan trágico.

— Tengo mucho dolor Recce, mucha irá, unas ganas inmensas de asesinar a todo el mundo. Desahogarme quemando esta maldita ciudad.

Pensé que podría consolarla, pero simplemente la abrazo nuevamente permitiendo que arrugue mi ropa con su mano. Sus lágrimas me empapan la camisa pero no me alejo en ningún momento.

No tengo idea de cuanto tiempo nos quedamos así, su cuerpo está un poco más pesado y me doy cuenta que se ha dormido. La tomo en brazos para salir de la habitación.

Todos nos hacen una reverencia y simplemente camina hasta la mía para hacerle una seña a las criadas.

— Llamen a la doctora, que venga a examinarla tan pronto despierte, preparen su comida y el baño.

Sigo mi camino para dejarla en la cama, jalo una silla para acercarme. La puerta es tocada y entra Sumbul haciendo una reverencia.

— Por Alá, que bueno que finalmente la ha traído a descansar, los guardias se quedaron toda la noche fuera de la habitación y me dijeron que no había dormido.

— Parece que el sueño finalmente la ha vencido. — Suspiro y me alejo de la cama para hacerle una seña de que se acerque — ¿Qué sabes de la FEMF? Estamos en la época de las medallas.

— Lamentablemente, como todos los años se entregan las medallas ahora no se puede hacer en privado ya que nuestra Sultana ha decidido que el ministro no puede pisar Turquía. Por lo tanto las medallas deben ser entregadas por ella misma.

— ¿Hay algo que podamos hacer nosotros? Mírala como está no podemos permitir que se muestre así como esta.

— Recce... — La voz de Meryem me hace voltear y me acerco a la cama para sostener su mano.

— ¿Qué sucede? — Tomo un vaso de agua y hago que lo beba hasta terminarlo — Necesitas otra cosa.

— Ve a entregar las medallas Recce. Entrégale las medallas a ese perro traidor. — Susurra.

Miro a Sumbul y hace una reverencia para irse. — Cariño ¿Estás segura? — Beso su mano.

— Sí. Eres mi representante Recce, te nombro regente hasta que yo pueda volver al mando. — Me sonríe de forma leve.

Sumbul entra haciéndole unas señas a las criadas, Meryem hace el ademán de sentarse y la ayudo.

Las criadas se acercan con la comida mientras otras aparecen con un cofre pequeño en su mano.

Sumbul abre el cofre sacando una medalla con el logo de la familia real, mis ojos se abren cuando me hace una reverencia y me la extiende.

Volteo a ver a Meryem quien asiente y me regala una sonrisa debil — El tulipán es símbolo de la familia Real. Recce eres parte de mi familia, padre de mi difunto Elijah. — Señala con la cabeza a Sumbul.

Me doy la vuelta para ver a Sumbul quien con su otra mano me extiende un sello con la letra M.

— Desde Ahora eres Recce Morgan Roxon. — Habla Meryem.

Volteo a verla de nuevo más sorprendido que antes su risa me llena de vida.

— Eres regente por lo tanto tienes mi primer apellido, eso te dará más estatus y poder que tu propio hermano. Todos en la FEMF responderán a ti incluso el traidor de Alex.

Me coloco la medalla en mi ropa, tomo aquel sello entre mis manos para verme al espejo. Volteo y todos me hacen una reverencia dando a reconocer mi estatus. Meryem me sonríe desde la cama.

 Meryem me sonríe desde la cama

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