[9] Recuerdos

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Suleiman siempre había deseado que un hijo suyo sea hombre o mujer heredará el trono y no uno de sus hermanos

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Suleiman siempre había deseado que un hijo suyo sea hombre o mujer heredará el trono y no uno de sus hermanos. Educó a cada uno con sumo cuidado o al menos eso intento hablando con las respectivas madres.

Meryem Roxon Khan nació con todos los rasgos de la dinastía, su pequeña pelirroja de ojos azules como el mar.

La niña y luz de sus ojos tenía todos los rasgos de su familia y no de su madre, sus demás hijos les había hecho pasar corajes, vergüenza e incluso decepción.

Sus hijos mayores peleaban entre ellos por el trono aún estando vivo por lo que los descartó completamente alistando la orden de su ejecución en unos días en la capital por conspiración.

Ya había sufrido con sus hermanos que seguían vivos no le haría lo mismo a su heredero, decidió pensar como un sultán. En sus príncipes y princesas no en sus hijos.

Conforme el crecimiento de Meryem se fue dando noto lo talentosa que era para la pintura, joyería y buscaba constantemente a su padre imitando sus aires dominantes en la mirada misma.

Nació con poder, nació siendo una princesa no como una criada lo que lo hizo sentirse más orgulloso de su pequeña. Meryem habló y caminaba a temprana edad para su orgullo, sus otros hijos eran alcohólicos, Omer quien sería su sucesor se la pasaba rodeado de mujeres pero era la mejor opción.

O al menos lo fue hasta que llego su pequeña rojiza, la llevó al consejo con su rostro cubierto para que escuchara y vea como es todo ahí dentro, la hipocresía de las personas incluso la lealtad.

— Recuerda hija mía. La lealtad es lo más importante, más que el amor.

Meryem lo miraba fijamente y asintió con una sonrisa pequeña en sus labios pero adorable, le mostró aquella joya brillante que iría en la corona.

— Yo lo haría en un anillo representativo de amor, su majestad.

Suleiman miraba maravillado a su pequeña, era respetuosa y no lo trataba como su padre, lo respetaba. Sabía que habían momentos para mimos, nunca reprochaba nada solo buscaba saciar su curiosidad y él lo hacía.

Cuando la llevo a la campaña varios de sus hijos vomitaron al ver la sanguinario que era, la sangre, el olor a muerte. Meryem con su vestido rojo sangre simplemente se acercó a ver como les cortaban la cabeza a los traidores.

Su maravilla por los arcos y espadas, las armas no estaban permitidas por ser muy pequeña pero decidió que debería ella defenderse aún siendo mujer. Aprobó una ley solo para que su pequeña Sultana fuera fuerte.

Agrego la ley del testamento junto a varios protectores, su enfermedad empeoraba y ya había preparado la corona de su pequeña heredera. Sabía que la carga sería dura para su edad pero tenía a su madre.

Sus tías, sus hermanos e incluso el consejo. Ese día horas antes de caer en cama Suleiman asesino a algunos de sus hijos que representaban un peligro por sus traiciones anteriores.

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