Trampas Marinas

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Estabas sentada en la sencilla cama que había en el barco, mirando hacia el exterior, donde el cielo estrellado estaba en todo su esplendor. Te pusiste de pie y con paso lento abriste la escotilla dejando que entrara el viento fresco propio del mar, se encontraba extrañamente calmado, a pesar de que horas atrás se encontraba agitado. Volviste de inmediato a la cama, dejándote caer en ella, nunca te hubieras imaginado que el viajar por mar te pondría mal.

Te preguntaste como era que se encontraba ahora Aldebarán, habías dejado las medicinas e indicaciones necesarias, aun recordabas el shock que te había causado verlo de esa manera.

Suspiraste y te volviste a poner de pie. Caminando hacia el exterior del camarote, por los pasillos del barco los cuales eran extrañamente ocupados únicamente por ti y tus guardianes, no habías querido preguntar el porqué, tenías tu mente ocupada en Poseidón… por fin ibas a poder ponerle las manos encima. Cuando llegaste a la salida te apoyaste en la entrada del marco, desde ahí podías ver perfectamente el mar que se extendía en todo su esplendor nocturno. Era la primera vez que lo veías, las aguas se encontraban iluminadas por la luz de la luna que se escapada de las nubes oscuras que se comenzaban a alejar. Una mano se posó en tu hombro y te sobresalto

-Hola- te saludo y te calmaste al reconocer la voz

-Hola Dhoko- regresaste el saludo, viste que él comenzó a caminar hacia el exterior. De pronto se detuvo y te observo

-¿Piensa quedarse ahí?- te pregunto –la vista es más hermosa desde aquí

-No es que me guste estar demasiado cerca- respondiste nerviosa

-¿No sabe nadar?- te pregunto a modo de burla y viste que comenzó a reír, te encogiste en tu lugar y él se dio cuenta -¿De verdad que no sabes nadar?

-No- le respondiste –no sé nadar

-Qué extraño- te dijo –si quieres yo te enseño, aprenderás más rápido conmigo y Shion también te puede dar clases- comento

-Gracias, pero no me entusiasma mucho la idea- respondiste tratando de sonar tranquila

-Una diosa que no sabe nadar no sirve como diosa- escuchaste que te dijo Ángelo, este se encontraba atrás de ti junto a Milo

-Deberíamos de arrojarla al agua, así se enseñaban a nadar los niños antes- comento el escorpión –tenían que nadar sino, morían ahogados

Sentiste un escalofrió recorrer tu cuerpo, pero sabias que no les temías a ellos, jamás te harían daño, también sabias que estaban jugando en ese momento contigo. Sentiste que ambos te tomaron de tus brazos y te comenzaron a jalar hacia el exterior, temblabas como si tu vida estuviera en peligro, ambos se encontraban riendo, estaban cerca del barandal que servía de protección para que nadie cayera. Viste claramente el mar, aun había algunas olas que se estrellaban, comenzaste a respirar rápido y las voces de ambos Caballeros se había perdido hacía tiempo.

-Deténganse- susurraste, sentías que te faltaba el aire

-Muy bien Athena- escuchaste que te dijo Ángelo –la vamos a soltar

-Si se ahoga, pues… ahí le hacemos su velorio- te dijo Milo

-No… no me gusta este juego- volviste a susurrar

-¿Listo Milo?- le pregunto Cáncer

-Listo- le respondió

-¡No!- gritaste

Sentiste que te soltaron o a la mejor te habías librado tu sola, no importaba. Cuando sentiste que estabas en piso firme comenzaste a gatear rápidamente y cuando te sentiste lista comenzaste a correr hacia Dhoko, este solo te abrazo. No lo sabias, pero tu rostro reflejaba terror, miedo, pánico.

De chica a DiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora