Comienzan las Batallas

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Finos hilos de sangre corrían entre el delicado cuello de la joven de largos cabellos que se encontraba tirada en el suelo. Poseidón se acercó a ella, en su rostro el dios de los mares reflejaba un odio tremendo por ella.

-Escucha mujer- le llamo mientras hacía que la joven le mirara a los ojos con ayuda de su tridente, el cual dejo una fina marca en su rostro –dile a ese idiota, que no envié a su perra a decirme…

-¡Mi señor Hades no puede aparecer ante otros!- le interrumpió, lo único que recibió fue una fuerte patada

-Eres un simple humano y aun así… te atreves a interrumpirme- le dijo amenazadoramente –sabes al igual que yo, que te puedo matar en el momento en que yo quiera.

Arrojo a aquella mujer de nuevo hacia la salida del palacio, en ese momento dos soldados la tomaron y la pusieron de pie a la fuerza, Poseidón se encamino hacia su trono

-Pandora- le llamo –dile a ese Hades, que no necesito unir fuerzas con él, puesto que yo soy el dios más poderoso. Yo solo me encargare de la diosa Athena y gobernare no solo los mares sino también la tierra.

Pandora fue sacada duramente de aquel lugar. En el momento en que las puertas se abrieron se adentraron 8 personas más, 7 varones y una dama… todos ellos revestidos en armaduras, siendo la de la mujer la que más resaltaba; pues esta se encontraba en un color rojo vivo. Todos estos se arrodillaron ante el dios de los mares quien los estaba escrutando cuidadosamente.

-Athena y sus guerreros se han adentrado a mis dominios- comenzó –su deber es acabar con ellos y que no destruyan los Pilares Marinos. De ser así, yo mismo los matare después de matar a Athena

-Si señor- respondieron todos al mismo tiempo

-Gracias a la información que hemos obtenido desde hace tiempo, será muy sencillo obtener la victoria

-Señor Poseidón- le llamo Thetis –por favor, permítame encargarme personalmente de Athena

-No podrás derrotarla Thetis, hay un abismo de diferencia entre ambas

-Pero aun así, no puedo dejar pasar el hecho de que se atrevió a levantar la mano contra mi señor- siguió intentando, Poseidón sonrió ante la actitud de la mujer

-Está bien- respondió –el resto de los Generales… a sus posiciones

-Si señor- todos se pusieron de pie encaminándose de inmediato hacia sus Pilares, unos más nerviosos que otros, pues sabían de la fuerza de cada uno de los Caballeros Dorados.

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No sabias porque, pero de un momento a otro Dhoko había comenzado a correr, apenas lo podías seguir y todo era porque no te había soltado de la mano, a veces te lastimaba el brazo ya que de repente daba vuelta en una esquina sin previo aviso, pero no tenías tiempo para quejarte, el hecho de que él estuviera de esa manera significaba una sola cosa: Problemas.

-¿Por qué estamos corriendo Dhoko?- le preguntaste

-Este Cosmo- te dijo –es uno conocido

-¿De quién?- preguntaste, aun no distinguías un Cosmo de otro

-Sigue corriendo y no te detengas- te indico

Ya no quisiste preguntar más, solo te enfocaste en las ordenes de Dhoko, sin querer de nuevo pensaste en los Dorados que habían partido ellos solos a cada uno de los Pilares, aunque sabias de antemano que ellos estarían bien, al fin y al cabo para ti… eras los hombres más poderosos de la tierra.

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Milo se encontraba de pie, encima de una torre que adornaba aquel sitio, frente a él se encontraba el Pilar del Pacifico Sur y entre él y el Pilar se encontraba Ío de Scylla.

De chica a DiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora