Confrontación y Reencuentro

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Delante de ti se encontraba el cuerpo que ahora había renacido como el dios del Inframundo. Te acercaste unos pasos mientras mantenías tu mirada elevada, aprovechando que ese día se encontraba totalmente nublado, así la molesta luz del sol no lastimaría tus ojos.

-La respuesta es sencilla Athena- te dijo en un susurro que escuchabas claramente, eso era algo que después le preguntarías a Shion –quería conocerte en persona, veo que eras más hermosa de lo que imaginaba

-Es todo un honor conocerte Hades- le respondiste como si se encontrara frente a ti – pero con halagos no vas a conseguir nada galan- respondiste creando una sonrisa de autosuficiencia en tu rostro

-Veo que eres tal y como me lo habían dicho- eso llamo tu atención y te volviste a poner seria, esperando su respuesta –una ignorante que se ha contagiado de la estupidez de los humanos

-¿Disculpa?- le respondiste -¿ignorante? ¿yo?- él solo sonrió –estas completamente equivocado, déjame te informo que soy una doctora y me gradué con honores, ademas soy la mejor doctora de todo Rodorio

-Porque eres la única- te respondió ganándote en ese momento con su comentario

-Pero lo que importa es que lo soy- le rebatiste

-Athena- escuchaste la voz de Shion en tu interior –no le provoques, aun no es el momento en el que tienes que enfrentarte a él

-Lo sé- respondiste en un susurro –Dime Hades- elevaste la voz para que te escuchara -¿a qué has venido? A conocerme, no lo creo

-Tan astuta como siempre Athena- te respondió

Viste que comenzó a dar unos pasos y estuviste tentada a decirle que se detuviera, pero cuando lo viste levitar en el aire te quedaste con tu preocupación. Ahora resultaba que este dios tenía la capacidad de volar, eso no era justo, más porque tu no podías hacerlo, no era que le tuvieras envidia, pero alguien debía odiarte mucho para nada mas darte el derecho de ser diosa y que dijeras que te fue bien con eso. Comenzó a descender elegantemente, solo como él podía hacerlo, hasta que de nuevo volvió a tocar el suelo. Se acercó lentamente hacia ti, con pasos que eran más ligeros que el mismo viento. De pronto se detuvo, a unos pocos metros de ti.

-Es mejor Athena que le digas a tus perros que se queden quietos y sentados- escuchaste que te advirtió –no es bueno que me hagan enojar y menos aun cuando solo vengo a una sola cosa

-Deberías de decirle entonces a los tuyos que salgan de su escondite- le recomendaste –¿no les has enseñado que es de mala educación quedarse espiando?

-Tan sagaz como siempre- te respondió sonriéndote –creo que es justo que los conozcas

De una esquina que se encontraba a su derecha salió una mujer vestida en un hermoso y sugerente vestido negro, su gran escote dejaba ver sus pechos, que estabas segura que saldrían de ahí de un momento a otro, aquel vestido dejaba ver sin ningún problema las piernas largas y pálidas de la mujer mientras que la parte trasera de la falda cuidaba la retaguardia de aquella guerrera. En su mano derecha llevaba un tridente en el cual descansaba una serpiente que se encontraba tallado perfectamente, las mangas de su vestido llegaban hasta los codos pues de ahí se abrían a la mitad dejando ver el resto de sus brazos, un anillo en forma de serpiente adornaba su dedo índice derecho, un corsé de acero que estabas segura que era como su armadura ceñía aun mas su cintura, sus largos cabellos eran negros, no tanto como los de Hades pero se balanceaban al compás del viento.

-Mi señor- escuchaste que hablo –no entiendo porque tenemos que mostrarnos ante esta…- viste que te estudio de arriba hacia abajo –supuesta diosa

De chica a DiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora