Capítulo 9: Labios contra labios

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Entonces, mientras contemplaba la pareja de idiotas que se iban a toda prisa precavidos a que Lucifer cambiara de parecer, él mismo me tendió la mano para levantarme, sin duda la tomé, tenía una mirada seria pero no sentía ira en él, como con Vox, simplemente me veía y yo a él.

- Acompáñame... -asentí y le seguí viendo su espalda un momento antes de girar la mirada sobre mi hombro comprobando que Lilith ya estaba rodeada de invitados con quienes charlaba animada.

Salimos de aquel salón, mientras acomodaba un poco mi saco viendo los pasillos a los cuales al parecer no había logrado escabullirme hace unos momentos.

- ¿A dónde vamos, majestad?

- Ya casi llegamos, Al querido~ Recuerda que también mereces un castigo por haber interrumpido de esa forma la fiesta -dijo viéndome por encima de su hombro sonriendo y dejo sus manos descansar tras su espalda con su báculo.

- ¿Castigarme? -no pude evitar sonreír divertido por aquella palabra, aunque recordando la estúpida discusión con esa cara de TV una pequeña risita se escapó de mis labios. - Lamento esa escena, pero muchos de los Overlords son demasiado ingenuos y estúpidos.

- ¿Eso crees? ~ Entiendo lo que quieres decir querido, pero cómo te he dicho muchas veces, los más cobardes son los más útiles, por el terror. Sabes de eso Al~ -se detuvo al llegar a una puerta de la cual sacó una llave pequeña para abrir el cerrojo y entrar, abriendo la puerta para después dejarme entrar. - Ellos al menos, muestran algún tipo de respeto a su rey...

En un movimiento, al cruzar el marco de la puerta, Lucifer cerró con algo de energía la puerta detrás de mí, arrinconándome contra la puerta dejando su báculo apoyado junto a mi cabeza. Sonreí al ver de qué se trataba, viendo a los ojos al gobernante.

- Me disculpo de la mejor manera posible, su alteza, aunque soy un mentiroso, acepto que en verdad no le tengo temor~ -levantó la ceja y soltó una pequeña risita mientras tomaba de mis ropas para inclinarme hacia él.

- Y eso es de lo que me parece intrigante, querido... -unos centímetros más cercas y sus labios se unieron a los míos. Descubrí que esa sensación que hasta hace unos días me parecía inimaginable de manifestar en mi mismo, parecía realmente agradable y hasta cierto punto placentero, cálido, con un cosquilleo que recorría mi boca, arrancándome el aliento.

Subí una de mis manos a su rostro y de ahí a su traje empezando a desabotonar lentamente su camisa bajo su traje un poco torpe, provocando una pequeña risa en el menor de estatura al cortar aquel beso.

- Querido, realmente estas algo desesperado ¿Mm? ~ Que poco respeto me tienes, aun después de confesar tu indiferencia te muestras tan osado -por un momento sentí un rubor subir a mis mejillas al ver que él mismo se retiraba su elegante saco. - Al menos espera un poco -hizo un movimiento con su mano para dejar su saco quien sabe dónde, pues no dejaba de ver esa piel blanquecina que se asomaba de su cuello, sintiendo una pequeña picazón en los dientes.

Lucifer se percató de mi pequeño deseo y se acercó un poco más, cortando nuestras distancias, tomando mi corbata para atraerme hacía él con una mirada picara antes de inclinarse ligeramente hacia aún lado dejando más descubierto su pálida piel. - Vamos~ Sé que la deseas

- Esto no es lo que esperaba, majestad... No, no es algo que haría, su sangre es... -cerré los ojos un segundo, tratando de procesar lo que estaba pasando, estaba cayendo de nuevo en su juego. - No tengo ese tipo de... fetiches...

- ¿Fetiche? ¿Eso es lo que intentas creer o lo que es? -al parecer no le causó gracia y tiró con un poco más de fuerza de mi corbata. - Recuerda que mi sangre no es cualquiera y esto no es ningún regalo, es tu pequeño castigo, querido~

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